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Torreón.— “Su hija está en el Semefo. Fue asesinada. Pase a recogerla”, le dijo una voz de hombre fría del otro lado del auricular a Imelda Martínez. Ella se congeló. Su hija Dalia Jazmín Orozco Martínez había sido asesinada en el municipio de Rodeo, Durango.
Fue el 15 de febrero de 2018, pero Imelda recuerda esa frialdad como si hubiera sido anoche. Lo recuerda cada vez que mira a sus dos nietas de cinco y cuatro años, cada que la cabeza le martillea porque el presunto feminicida sigue prófugo.
Dalia viajó de Torreón, Coahuila a Rodeo el 13 de febrero. Iba con sus dos pequeñas porque su pareja las invitó a pasar juntos el fin de semana, el día de los enamorados. Su última comunicación con su madre fue el 14 de febrero por la noche.
El día 15 su hija ya no le llamó. La siguiente comunicación que Imelda recibió fue para avisarle que su hija de 23 años estaba muerta.
En 2018, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) contabilizó cuatro feminicidios, aunque el de Dalia fue tipificado como homicidio calificado.
Ella llevaba una relación de cinco meses. Era madre soltera y trabajaba en tiendas de conveniencia. En el forense miró que su hija fue golpeada con brutalidad y que tenía heridas de arma de fuego.
Imelda se enteró después de que el cuerpo había sido abandonado debajo de un puente, en la comunidad El Casco, rumbo a la carretera que va al municipio de Mapimí.
A Camila y Frida, sus nietas, las tuvo que recoger en el DIF de Rodeo y a la fecha no sabe qué decirles cuando le preguntan por qué su madre se fue al cielo.
Imelda comenta que nunca vio algún indicio de violencia y desconoce por qué su pareja mató a Dalia: “Ella no manifestaba nada, se guardaba. Buscaba el bienestar de los demás antes que el de ella. Podía estar angustiada pero lo guardaba, no quería darnos preocupaciones”.
En Durango, según el SESNSP, en 10 meses hubo mil 418 llamadas de emergencia por presuntas actos de violencia contra la mujer. También se han registrado 759 lesiones dolosas contra mujeres.
Sin rastro. La pareja de Dalia, un comerciante de Rodeo, sigue prófugo. Imelda lamenta que la orden de aprehensión esté por el delito de homicidio y no de feminicidio.
“Me dicen que cuando ejecuten la orden de aprehensión cambia la modalidad a feminicidio. De Durango no hay apoyos. La orden de aprehensión parece que está en suspenso. Sólo me dicen que están trabajando y que esperan prontas respuestas pero que aún no hay indicio de dónde pudiera estar”, lamenta la madre.
Comenta que como víctima indirecta, tiene que pasar por muchas penurias, revictimizaciones, omisiones de la justicia e indiferencia. “La justicia es una palabra literal, porque no obtenemos justicia. Requerimos más énfasis en nuestra situación como víctimas indirectas de feminicidio”, reclama.
Ahora Imelda debe hacerse cargo de sus nietas. Tiene que enfrentar obstáculos porque sólo tiene una custodia emergente y no la patria potestad, la cual, dice, está en proceso. Por eso, para ella es necesario darse cuenta de la violencia que se ejerce contra las mujeres.