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Tras dejar el ayuntamiento de Tijuana, donde por siete meses fue presidenta municipal sustituta, Karla Patricia Ruiz Macfarland relata en entrevista con EL UNIVERSAL los detalles sobre su gestión como primera mujer alcaldesa en la historia de su municipio, y también sobre su sorpresiva salida del cargo, a días de la llegada de un nuevo gobierno.
Desde su perspectiva, el imprevisto regreso del alcalde Arturo González, al que se debió su salida, envía un mensaje de poca formalidad a la ciudadanía, pues el proceso de entrega-recepción, para la nueva administración, que iniciará el próximo viernes, se verá afectado.
¿Qué fue lo que ocurrió en torno a su salida?
—Nadie me anunció nada al respecto de manera oficial, sólo me mostraron un oficio que envió el Congreso del estado a las dependencias de seguridad, que anunciaba el cambio. Siempre he dicho que se debe analizar la figura de suplente, pues llevas todas las responsabilidades pero ni uno de los derechos.
Este cambio se dio a dos días de terminar el gobierno. No es lo mejor, pues ahora tenemos que hacer una entrega al actual alcalde y éste va a tener que hacer ese mismo proceso a la administración entrante. Siempre he dicho que Tijuana no merece este tipo de actitudes.
¿Ve un sesgo de violencia política en estas acciones?
—Yo aguanto vara, pero es la segunda ocasión que ocurre esta situación y creo que se les olvida a los diputados que quienes estamos al frente de los cargos somos personas y merecemos respeto.
El actuar [de Arturo González] deja qué decir, llegó escoltado con el Ejército, como si estuviéramos en una guerra, mientras todo el mundo estaba en su casa.
Desde la trinchera política se habla de que el regreso del alcalde González tiene que ver con la negativa a la municipalización del agua...
—Protegí a Tijuana como una fiera y siempre lo dije, que no era correcto tomar decisiones trascendentales para la ciudad cuando ya me iba. Para mí, lo correcto era que el nuevo ayuntamiento tomara decisiones. Politizar los temas impide avances.
¿Cómo fue el reto de gobernar a la ciudad de Tijuana?
—Llegué en un momento de mucha división. Tijuana es una ciudad que creció rápido en poco tiempo y que sigue creciendo mucho. Somos una de las ciudades más pobladas en el país, había mucho que hacer en cuestión de seguridad, migración y frontera.
Lo más importante para mí era que los ciudadanos y la gente que llega aquí sintieran que sus necesidades básicas son resueltas, que hay servicios y podían vivir felices, que se sintieran seguros.
Háblenos de algunos logros de su gobierno
—Tuvimos un gran avance en la digitalización de trámites, lo que fue muy benéfico para los ciudadanos debido a la pandemia.
Entre las obras estuvo el comienzo del panteón ministerial, que trabajamos en convenio con el Poder Judicial y era una demanda de muchas personas que tienen a sus familiares y seres queridos desaparecidos.
Equipamos a las corporaciones de seguridad, con insumos de primer nivel. Por ejemplo, cuando llegué al cargo, pensé que el C2 respondía a las necesidades de una ciudad tan complicada y diversa, que era un centro de mando y control súper fortalecido, pero mi sorpresa fue que los monitores de las cámaras no servían.
Hubo mucho trabajo y logros. Me voy satisfecha.
¿Cuál es el mensaje para los ciudadanos de la primera alcaldesa de Tijuana?
—Creo que nos debemos a los ciudadanos y que yo siempre traté de llevar todo en armonía. Estoy de acuerdo con que todos podemos tener diferencias, me queda claro, pero como líderes tenemos la responsabilidad de escuchar a todos y comportarnos de una manera correcta y responsable, poniendo la ciudad por enfrente y trabajando en unidad a pesar de las diferencias.
Al dividir, conflictuar y pelear, jamás se le da un buen mensaje a la ciudadanía.