Estados

No llegó el oxígeno

Esposa de paciente fallecido durante inundación exige justicia; IMSS ya investiga el caso

Familiares de José M. Hernández, quien murió en el HGZ Número 5, no se separaron de su ataúd, que fue sellado ya que padecía Covid. FOTOS: VALENTE ROSAS. EL UNIVERSAL
09/09/2021 |01:12
Redacción
Pendiente este autorVer perfil

Tula.— Con el dolor de la pérdida, Catalina García Pozos llega a los servicios funerarios Misión Funeral Tepeyac, de Tula, para hacer los trámites de entrega del cuerpo de su esposo, José Manuel Hernández Gante, de 30 años, quien fue una de las 15 personas fallecidas en el Hospital General de Zona Número 5, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Sin parar de llorar, Catalina exige justicia, pues relata que ella todavía pudo llegar en la madrugada, en medio de la inundación, hasta las instalaciones hospitalarias para intentar ayudar a su esposo —quien padecía Covid—, pero la falta de energía eléctrica dificultó el rescate.

“Yo estaba en mi casa y a mi esposo le ayudó una enfermera para que me hablara. Yo vine, le traje un concentrador [de oxígeno] y me metí con una lancha cuando estaba todo inundado; me metí por la azotea y se lo llevé, pero no había energía para conectarse y no pude hacer nada más por él”, lamenta.

Newsletter
Recibe en tu correo las noticias más destacadas para viajar, trabajar y vivir en EU
No llegó el oxígeno

Mientras Catalina es entrevistada, se acerca Gabriela Paredes, titular de la Unidad de Atención a la Derechohabiencia del IMSS, quien asegura que ya se investiga el caso, pero aclara que no hubo ninguna negligencia, pues lo que ocurrió fue un desastre natural. “Yo creo que no se puede calificar como negligencia un desastre natural”, dice.

Paredes indica que a la viuda se le otorgará el apoyo económico a través del Programa Deudos Covid, así como los gastos que se cubren en estos casos. Pasadas las 16:15 horas, el cuerpo de José Manuel llegó a su domicilio en la comunidad Quelites, en Tepeji del Río, donde ya lo esperaban sus hijos, familiares y amigos.

“¡Papá, papá!”, gritaron sus tres hijos, quienes corrieron llorando a abrazar el ataúd, sellado por protocolo; ninguno quería despegarse de él. Otros familiares pusieron flores sobre la caja del joven, quien era muy querido en su comunidad.

Te recomendamos