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En 1963, cuando el antropólogo norteamericano Carter Wilson llegó a Chiapas y recientemente había muerto Frans Bloom, los diarios de esa época señalaron que ese acontecimiento significaba el fin de una era de la arqueología, por ello ese estudiante universitario de 19 años, pensó que iniciaba la “época de él”.
Entonces decidió vivir dos veranos entre los tzotziles de San Juan Chamula, donde aprendió el idioma. Ese joven de casi dos metros de estatura, era visto por los chamulas como un gigante , mientras acompañaba en sus recorridos al escribano del pueblo, en las reuniones que sostenía con autoridades comunitarias.
Resultado de esa estancia, Wilson publicó en inglés, en 1966, "Febrero loco", una historia que se desarrolla en Chomtik, el pueblo donde vivió en la casa del escribano Mariano Hernández López, de donde era originario Juan Pérez Jolote, el personaje de Ricardo Pozas, obra sobre la diáspora de los chamulas.
"Febrero loco"
se publicó en inglés en 1966, pero debió pasar medio siglo para leerla en español, gracias a la traducción de Humberto Pérez Matus y el impulso de José Martínez Torres, de la Coordinación de la Serie Rescate y Patrimonio de la Universidad Autónoma de Chiapas.
Por un acuerdo de los chamulas de 1940 se prohibía que los extraños se asentaran en el lugar, pero Wilson pudo vivir en la casa de Mariano, gracias a la intercesión de George Collier, del Harvard Chiapas Proyect en San Cristóbal de las Casas.
Carter estaba convencido en asentarse en Chamula, porque “deseaba escribir novelas y estaba convencido de que aquí debía haber maneras para aguzar mis habilidades respecto a ver y describir el mundo”.
En ese entonces, Chamula era el pueblo más grande los Altos de Chiapas , con unos 30 mil indígenas que vivían en chozas de paredes de lodo y techo de paja, que medio siglo después han desparecido.
Ahora hay familias que permiten a sus hijas ir a la universidad, más gente es bilingüe, ha desparecido el uso de traje y vestido de indios, los hombres visten de ladinos, los chamulas se dispersan por todo México y la costumbre de consumir alcohol ha descendido y “mucha gente” deja que el intercambio de bebidas suaves asuma el rol simbólico que solía tener el licor, explica Carter.
Y donde alguna vez el pueblo que era considerado maya católico, “las preferencias (religiosas) han proliferado” y los cristianos evangelistas e islamitas chamulas “desaprueban la fe en la borrachera”.
El escrito sostiene que “nunca pensé que estuvieran en los Estados Unidos tantos tzotziles. Andan por todos lados del mundo” y muchos de ellos ahora son trilingües.
De Crazy februry, Wilson cuenta que decidió ponerle ese título porque procede del refrán mexicano Febrero loco... y marzo otro poco”, introducción del discurso que Juan Pérez Jolote recita en el muro del cementerio de Chamula durante el inciso del carnaval.
Hace más de medio siglo cuando Carter Wilson llegó a Chiapas, había leído Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, el Popol Vuh y Bajo el volcán, de Malcon Lowry.
Años antes, había comprado algunas obras de Rosario Castellanos, pero no las había leído, porque “mi español era muy pobre”, ya que no había traducciones al inglés, pero “pienso que en ella había algo muy especial por el entendimiento que tenía de su propio estado, de su propio lugar”.
Wilson que era estudiante en la Universidad de California le había atraído la antropología como literatura
y por eso decidió ir a Chomtik, para conocer la vida de los tzotizles, que siempre trataron “muy bien” al joven escritor.
“Yo viví en una casa muy chica; mi saco de dormir lo ponía en la cocina de la casa de Mariano”, rememora y producto de esa estadía en Chamula, supo entender “lo que estaba pasando en el pueblo”.
-¿Cómo ves ahora Febrero loco?
-Yo lo veo ahora como la obra de mi nieto; yo era joven. Tengo un orgullo de joven: Escribí un libro.
-¿Dónde lo escribiste?
-En Chamula y en los Estados Unidos. Primero estaba trabajando en casa de mi abuela en Washington y en Nueva York, donde estaba buscando empleo y al regresar a Chiapas al siguiente año, lo completé.
Carter tiene también la novela ambientada en Chamula, Un árbol verde, un árbol seco, que habla de la Guerra de las castas del siglo XIX, de Pedro Díaz Cuscat, que en próximas semanas empezará a traducir del inglés al español el editor Humberto Pérez Matus, como hizo con Febrero loco.
cfe