Celaya.- Raúl Colecio, campesino de 51 años, no creía en la existencia del Covid-19 , pero el virus acabó con su vida y deterioró la salud de su esposa y dos de sus tres hijos.

La madre y dos de sus hijos presentan secuelas de la enfermedad como pérdida del olfato y el gusto, problemas para respirar y ansiedad.

En medio de un acelerado aumento de contagios , la Secretaría de Salud del Estado de Guanajuato (SSEG) compartió la historia de cinco integrantes de la familia Colecio Dondiego, de , víctimas de la pandemia.

La familia, originaria de la comunidad San Juan de la Vega, ha pasado por un largo periodo de duelo.

Don Raúl, un productor de cebollas que siempre fue sano, se contagió durante un viaje a la Ciudad de México (CDMX) que realizó para vender su producto. En marzo y abril pasados visitó varias veces la Central de Abastos de la capital del país; volvió de su último viaje con síntomas de coronavirus.

Antes, sus hijos le habían insistido en que no saliera más para evitar contagiarse, pero el hombre no atendió la recomendación. Tampoco usaba cubrebocas.

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Cuando regresó, su oxigenación en la sangre era de 60% y Raúl contagió a su esposa María del Rayo, de 56 años. También a sus hijos Norberto, de 16 años; Ángeles, de 24, y Vidal, de 14 años.

El agricultor se atendió en una clínica particular, pero su salud se deterioró. Estuvo internado en terapia intensiva durante un mes, hasta el 21 de mayo, cuando falleció.

María del Rayo también fue hospitalizada tras dar positivo a , con complicaciones de hipertensión, cuenta la hermana de Raúl, Lupita Colecio.

La cuenta por los servicios de la clínica a la pareja alcanzó un millón y medio de pesos . La familia vendió sus terrenos y dos vehículos para poder solventarla.

Con el padre fallecido y la madre enferma, Lupita tomó las riendas de la familia y aisló a sus tres sobrinos en cuartos separados. Los tres hijos estaban contagiados.

“Empezamos por aislar a los demás entre los que tenían algún síntoma, quienes tuvieron contacto con mi hermano y quienes no tenían síntomas porque todavía había más familiares que habían tenido algún tipo de contacto en esos días. No sabías hasta qué punto podía ser el contagio”, narra.

Su padre no creía en la existencia del virus, recuerda Ángeles. Por eso ignoraba las recomendaciones de protección que le daban. Ella creía, pero no se imaginaba que fuera tan contagioso hasta que le tocó a su papá. Hasta entonces, todos sospecharon que podrían estar infectados.

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“La partida de nuestro papá fue una experiencia muy dura, puesto que no creímos que fuera a llegar tan grande esto. Él perdió la vida y los demás quedamos destrozados”, dice.

Ahora recomienda a la gente se cuide y que piense en todas las familias que en este momento están pasando por lo mismo.

La estudiante de quinto semestre de Ingeniería Industrial en el Tecnológico de Celaya ha perdido el sentido del olfato. No tolera la carne roja, le da asco, y constantemente siente fatiga.

Norberto, quien se dedica al campo igual que su padre, tampoco creía en el Covid-19 hasta que lo vio sin poder respirar y con una gripe muy fuerte.

“La gente debe hacer la lucha por quedarse en su casa, lavarse las manos y marcar su distancia. En mi caso necesité oxigenación y, a la fecha, me sigue faltando el aire por instantes”, cuenta.

Vidal, el menor de la familia, dio positivo a Covid, pero no mostró sintomatología.

En cambio su madre, ya fuera del hospital, ha presentado descompensaciones, tiene problemas de presión arterial y momentos de depresión.

Actualmente, la familia Colecio Dondiego está bajo seguimiento médico de la Jurisdicción Sanitaria de Celaya, debido a las secuelas que el coronavirus ha dejado en su salud.

afcl/jcgp

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