Juchitán/Tuxtla.— Tras la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que restituye a Oaxaca 162 mil hectáreas de tierras invadidas por , y define los límites entre ambas entidades, se abre la puerta para que se fortalezcan los lazos de hermandad entre pueblos chimalapas y chiapanecos, dice María García, mujer zoque que desde los 13 años ha defendido la tierra y la selva de los talamontes.

“Aquí todos los pueblos hemos empezado a vivir como una gran familia, con los años ha venido creciendo una mezcla de sangre entre todos, aunque no puedo negarlo, aún hay grupos que ven de manera diferente la sentencia de la SCJN”, dijo.

María se pone como ejemplo de cómo sí es posible fortalecer los lazos de hermandad teniendo como causa la defensa de la tierra, la selva, los bosques y la fauna: “Yo nací en los límites de Chiapas con Oaxaca, mi acta de nacimiento dice que soy chiapaneca, pero mi credencial de elector señala que vivo en tierras oaxaqueñas y aquí estoy, en San Antonio, Chimalapa”, indica.

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Ella tiene más de 30 años trabajando como partera certificada por los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) y dice que atiende por igual a mujeres de los ejidos Díaz Ordaz, Rodulfo Figueroa, Flor de Chiapas, Ramón E. Balboa, que pertenecen al ahora extinto municipio de Belisario Domíngez, Chiapas, que a las de comunidades de Benito Juárez y San Antonio, de San Miguel Chimalapa, Oaxaca.

En los últimos ocho años, cuenta María, ha asistido más de 70 nacimientos de niños que son llevados por sus padres al Registro Civil que funciona en la localidad de Benito Juárez, del lado oaxaqueño. Para este abril, por ejemplo, se prepara el registro de 12 pequeños.

En sus visitas a la empobrecida y olvidada zona oriente de Los Chimalapas, María conoció al matrimonio formado por Rosa, de Benito Juárez, y David, de Díaz Ordaz. Ellos tienen más de 20 años casados y nietos que por sus edades nada saben de los viejos conflictos que protagonizaron sus bisabuelos, los mismos que se extendieron por casi 60 años.

Así como este matrimonio, hay muchos más que mezclan familias de los pueblos de Oaxaca, como San Antonio, con los ejidos de Chiapas : “Por eso digo que con el paso de los años hemos ido formando una gran familia que, con la sentencia de la SCJN, esos lazos de sangre se deben estrechar”, afirma.

“¿Por qué vamos a pelear si somos igual de pobres?, ¿por qué si compartimos el abandono en la atención médica?”, cuestiona.

Curtida en ese ambiente de pobreza, María lamenta que el olvido gubernamental tenga en abandono la clínica de San Antonio, donde se atienden pobladores de otras comunidades.

“Si compartimos pobreza y marginación, ¿por qué hemos de seguir peleando? Creo que debemos unirnos y estrechar los lazos de amistad y de familia para que los niños que nazcan en estos años de conciliación sean en el futuro los que terminen de dar la batalla por una nueva vida”, sostiene la partera.

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Consecuencias sociales

Pese a los deseos de pobladores como María, Isidro Ovando Medina, presidente de la Comisión Especial de Límites entre Chiapas y Oaxaca, creada en el Congreso chiapaneco, revela que ya existen consecuencias sociales desprendidas del fallo a favor de Oaxaca, por lo que pide que tanto gobierno como comunidades de ambos estados abonen para la paz y para proporcionar los servicios a los ciudadanos.

Esta incertidumbre sobre los límites, por ejemplo, ha alterado los servicios médicos y las clínicas, pues el personal está en la zozobra sobre “quién les va a pagar y quién va a ser su patrón, si el gobierno de Oaxaca o el Instituto de Salud de Chiapas”.

Las afectaciones se resienten también, agrega el legislador morenista, en las escuelas, desde primarias hasta preparatorias del municipio de Belisario Domínguez y de Cintalapa.

“No puede ser que estén ya dejando de recibir estudiantes con el argumento de que ahora son de otro estado. Hasta que se modifique la Constitución siguen siendo chiapanecos”.