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Xochistlahuaca.— Heladio Santiago López, un niño indígena amuzgo, de la comunidad de Llano del Carmen, en Xochistlahuaca, en la Costa Chica de Guerrero, dio un paso hacia su sueño: le regalaron su teclado.
Heladio es ciego desde nacimiento, pero en su mente tiene un sueño que cada vez se acerca más a él, convertirse en músico y formar su grupo: Heladio y sus teclados.
El 15 de octubre, en la celebración del Día del Bastón Blanco, personal de la empresa Grupo Maya entregó a Heladio un teclado, una guitarra, ropa, zapatos, relojes parlantes y balones.
La empresa, especializada en protección personal y patrimonial con presencia en 16 ciudades del país, conoció la historia de Heladio después de que se publicó en EL UNIVERSAL, en julio pasado.
El caso ha provocado que personas en lo individual decidan apoyar a Heladio para que cumpla su sueño; incluso ha sido invitado a dar conferencia a otros niños e impulsarlos a no ponerse límites en la vida.
Heladio es un niño de 11 años que ha aprendido a vivir en medio de la adversidad. Su primer obstáculo es la ceguera y, el segundo, su entorno. Heladio vive en un pueblo donde las carencias sobran, donde los servicios, el trabajo y las escuelas escasean.
Su pueblo es una comunidad considerada de “alta marginación”, donde no hay calles pavimentas ni drenaje, 86% de las viviendas tienen piso de tierra y 63% de la población es analfabeta. Llano del Carmen es un pueblo que está más preocupado por cubrir lo básico que por atender a sus pobladores con discapacidad.
Heladio nació sin ojos; sin embargo, ha aprendido a moverse en ese entorno que no le quita su felicidad ni la capacidad para soñar, menos le borra la sonrisa.
No podrá asistir a la secundaria. Heladio estudia en la primaria bilingüe Benito Juárez, es el único con una discapacidad física que requiera cuidado especial. De hecho, es el único niño con discapacidad que estudia en ese pueblo. Los menores con discapacidad en Llano del Carmen son aislados por sus mismos padres.
Cuando comenzó a estudiar, la escuela no estaba lista para atenderlo. Con los años, las adecuaciones han comenzado, se construyeron rampas, se colocaron barandales para que el acceso de Heladio a su salón sea más fácil. Pero el cambio más significativo es la sensibilización que existe para convivir con un niño con discapacidad.
En estos casi seis años, Heladio ha logrado aprender español, a leer y escribir a través del sistema Braille.
Eduardo no es el mejor guía: cualquier cosa lo distrae y provoca que cambien de camino o de plano se olvide de que tiene que ayudar a su hermano mayor a llegar puntal a sus clases.
Como sea, Heladio valora mucho la compañía de su pequeño hermano.
Ahora, Heladio tiene un reto por delante: estudiar la secundaria. Su profesor y amigo, guía, cómplice y motivador, Frank Israel Uriostegui González, busca convencerlo de que estudie la telesecundaria.
Heladio no quiere seguir estudiando porque tiene miedo. Ir a la telesecundaria significa atravesar su pueblo caminando sobre la orilla de la carretera. No quiere arriesgarse ni poner en peligro a su hermano.
Hasta el momento no hay otra posibilidad para que Heladio estudie la secundaria. La escuela más cerca está en la cabecera municipal, Xochistlahuaca, a unos 20 minutos, pero hacerlo para su familia sería casi imposible.