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Pachuca.— Angélica es una mujer viuda, está enferma, tiene el rostro cansado y sus lágrimas luchan por salir: hace un año mataron a su hija. Fue el 29 de junio de 2018, a las 11:52 horas, cuando Olayet Cabrera Carranco salió de las oficinas de la Tesorería de Pachuca; se dirigía a la Casa Rule, sede de la presidencia municipal.
Como cada quincena recogió 347 mil pesos, la nómina de sus compañeros. Esas tres cuadras que recorrió marcarían su destino, Olayet salió de la alcaldía con el dinero, pero no volvió.
A las dos de la tarde, Angélica regresaba a su casa después de ir al médico, mientras una llamada repicaba en el teléfono. “Si es para mí, no estoy”, diría a su hija Tlally.
—Al teléfono estaba la amiga de Olayet para decirme que mi hija estaba desaparecida. En ese momento sentí que se me fue la vida. No fue su jefe, ni fue nadie de la presidencia quien me avisó.
En cuestión de minutos, Angélica llegó a la Tesorería acompañada de su hijo Karim, ahí la hicieron esperar por horas para ser atendida por el titular, Julio Reyes Rivero.
—Nadie me decía nada. Finalmente me explicaron que mi hija no aparecía con el dinero de la nómina, que tal vez se había ido con él porque tenía deudas, o que posiblemente había huido con otra persona (…) Yo sabía que era mentira, mi hija no abandonaría a sus tres hijos y a su marido.
Así, sin lograr obtener ninguna información y con acusaciones falsas para Olayet, Angélica se fue.
—Mientras ellos me decían que se había ido con otro hombre, en ese momento a mi hija ya me la habían matado —revela.
Un crimen “amigo”. Olayet tenía 42 años. El 9 de agosto cumpliría 43, pero no pudo festejar.
Cuando Olayet desapareció nadie sabía que al salir del ayuntamiento fue interceptada por su amiga y compañera de trabajo, Leticia Hernández, y por el esposo de ésta.
Gracias a las investigaciones, y a través de un video del ayuntamiento, se supo entonces que Olayet abordó el auto de Leticia.
—Ella ya lo tenía todo planeado, yo la conozco y al verla en el video parece que está disfrazada, se ve con peluca y como si trajera mucha ropa encima —platica Angélica.
Serían las investigaciones las que llevarían a esclarecer el asesinato: Leticia en complicidad con su marido se la llevaron y le quitaron la vida casi de inmediato. A la una de la tarde ya había muerto y le habían arrebatado los 347 mil pesos.
Por este crimen los implicados están en prisión mientras se desarrolla el juicio. Pero para Angélica no son todos los responsables.
—Yo creo que hay más [implicados], por muchos detalles, como el lugar donde la arrojaron, en una ladera del municipio de Meztitlan.
Angélica recuerda que tuvieron que pasar 50 días para que informaran que el cuerpo de “su niña” había aparecido.
—Me dijeron que mi hija estaba muerta, que habían encontrado su cadáver (…) no tenía una pierna se la habían comido los animales.
Pero Angélica no lloró, tampoco lo hizo en el funeral ni en los días que siguieron, había que guardar las lágrimas para exigir justicia y para cumplir la promesa hecha a Olayet: cuidar de sus hijos.