Chilpancingo.— “¡Justicia!”, “¡Justicia!”, fue el grito que predominó ayer lunes en Chilpancingo.
El alcalde, el perredista Alejandro Arcos Catalán, fue sepultado la tarde de ayer en un panteón privado en la capital de Guerrero.
Ayer lunes fue distinto en Chilpancingo. Insólito. La ciudad nunca había velado y enterrado a un alcalde asesinado brutalmente.
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Arcos Catalán fue hallado la tarde del domingo decapitado. Fue un lunes de consternación, incertidumbre, tensión, incluso miedo.
Pero toda la mañana cientos de personas no dejaron de llegar a la iglesia del barrio de Santa Cruz, donde fue velado el cadáver del edil. A los cercanos les dijeron que el velorio fue en el templo por motivos de seguridad. La iglesia lució atiborrada todo el tiempo.
A las 14:15 de la tarde, el ataúd con el cadáver del alcalde salió de la iglesia y se escuchó un gran aplauso. El aplauso aún no se apagaba cuando comenzó el grito largo, profundo de justicia. Luego vino otro grito que lo acompañó en su camino, el de “¡presidente, presidente!”.
Inició el cortejo fúnebre, el grito de justicia no cesó, al contrario, se intensificó. Eran unas 600 personas detrás del ataúd que transportaba a Arcos Catalán. Recorrió la avenida Juárez, entró a la Ignacio Ramírez, volteó a Madero hasta que entró al zócalo de la ciudad.
En la explanada era esperado por centenares de personas. Las emociones estaban expuestas: los rostros eran de coraje, dolor, incredulidad, de incertidumbre.
Unos no soportaron más y lloraron. Todos exigieron justicia. Exclamaron porque el crimen del perredista no quede impune, como casi 99% de los asesinatos que se registran en Guerrero.
En ese momento surgió un nuevo grito: “¡Fuera Evelyn!”, “¡Fuera Félix!”, “¡Fuera Morena!”.
El ataúd entró a la Catedral y los gritos cesaron.
A las 16:24 de la tarde, el ataúd salió de la Catedral con rumbo al ayuntamiento. De nuevo el grito de justicia invadió el ambiente. No paró hasta que el féretro fue trasladado por una carroza al panteón.
Cuando todos se retiraban salió del ayuntamiento la exalcaldesa Norma Otilia Hernández Martínez y el grito cambió: “¡Fuera!”, “¡traidora!”.
Las dudas
Las preguntas sobre el crimen y las circunstancias en las que ocurrió no cesan. Veinticuatro horas después ni el gobierno de Guerrero ni la Fiscalía General del Estado (FGE) han explicado nada.
No se sabe nada de las últimas horas de Arcos Catalán. No se ha definido cuándo ni dónde lo secuestraron, quién y mucho menos el porqué. Han surgido versiones sin confirmar por ninguna autoridad. Una de ellas indica que pudo haber sido retenido cuando regresaba de una gira por las colonias Plan de Ayala y Yerbabuena, donde quedó registro en sus redes sociales de que ahí estuvo el domingo por la mañana.
Hay preguntas en el aire: ¿Por qué nadie alertó de la desaparición de Arcos Catalán?, ¿por qué nadie lo buscó cuando estuvo en cautiverio?
Se dice que pudo haber sido privado de la libertad por lo menos cinco horas antes de que su cadáver fuera abandonado en la calle Moctezuma, de la colonia Villa del Roble, cerca del libramiento que va a Tixtla. Hasta la tarde de ayer no se sabía qué pasó con su equipo de seguridad, si iba escoltado o solo.
Durante el tiempo en que fue privado de la libertad y se confirmó su muerte hubo un silencio de todos los funcionarios del ayuntamiento, del gobierno de Guerrero, de la fiscalía.
Hasta ayer no había respuesta a las dudas y algunos piensan que las autoridades locales no las responderán. El dirigente del PRD en Guerrero, Mario Ruiz Valencia, pidió a la Fiscalía General de la República que atraiga la investigación porque no confían en las autoridades locales.