Hermosillo.— Este 5 de junio se cumplen 12 años de impunidad en el incendio de la Guardería ABC, donde se encontraban 176 bebés y 50 adultos. El saldo fatal fue de 49 menores muertos y 106 lesionados, entre ellos 24 pequeños, quienes sufrieron quemaduras de segundo y tercer grado hasta en 80% de sus cuerpos.
Ese viernes 5 de junio de 2009, cerca de las 14:45 horas, se registró un incendio en una bodega de la Secretaría de Hacienda, donde había cerca de cinco toneladas de documentos, placas vehiculares y tres automóviles.
El almacén y la Guardería ABC eran un sólo galerón dividido por unas paredes; compartían el techo de poliestireno aislante, lo que facilitó que las llamas se propagaran a la estancia infantil subrogada por el IMSS.
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El colectivo Manos Unidas por Nuestros Niños continúa presionando a las autoridades para el esclarecimiento de los hechos y además se han involucrado en las investigaciones.
Han denunciado ante las autoridades que en la bodega del gobierno estatal se almacenaban documentos que relacionaban a funcionarios estatales en delitos fiscales y desvío de recursos, los cuales fueron la causa del incendio cuando eran destruidos, mientras la versión oficial refiere que se registró un corto circuito por un aparato de enfriamiento.
El Movimiento Ciudadano 5 de Junio emitió un manifiesto en el que reclamó que después de 12 años ninguno de los responsables está en la cárcel con una sentencia desde mayo de 2016 que fue tardía, parcial y deficiente por intervención de los gobiernos estatal y federal y sus respectivos fiscales en curso.
3 AÑOS y 3 meses tenía el pequeño Jonathan Jesús de los Reyes Luna, quien falleció por el incendio.
Este sábado, diversos grupos de padres y madres de las víctimas del incendio organizarán una misa a las 8:00 horas frente a las instalaciones de lo que fue la Guardería ABC. Por la tarde, se realizará una marcha a partir de las 18:00 horas de la guardería a las escalinatas del Museo de la Universidad de Sonora.
“Nos quedaremos para hacer algo grande”
Dana Camila Espinoza no sabe si ha tenido un mal sueño o sólo es un recuerdo. A su mente llegan imágenes donde está dentro de la Guardería ABC y los empiezan a sacar por un agujero. Aparentemente su salud es buena, pero las lesiones internas le han provocado 12 cirugías, pues su sistema respiratorio está afectado.
Luz Alejandra Ortiz, madre de la niña sobreviviente, narra el calvario de la menor, a quien meses después del incendio le diagnosticaron una lesión pulmonar.
Luego de ocho años de operaciones y tratamientos agresivos que le afectaron la dentadura, en 2017 fue catalogada como niña lesionada con asma crónica de carácter ocupacional.
“Ella no conoce de aromas. Yo le compro perfumes, se los pone, pero no huele; lo que pasa es que sus amigas los usan y ella también quiere”, comenta.
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En diciembre de 2020 fue valorada por médicos del Phoenix Children's Hospital en Arizona, por fuertes dolores de cabeza y falta de respiración; le detectaron un tumor en los senos paranasales pegado al ojo izquierdo y el 11 de febrero de este año fue operada.
La cirugía fue exitosa, pero debe mantener otro tratamiento contra alergias durante cinco años que consiste en la aplicación de nueve vacunas que se le ponen cada viernes.
Por la pandemia, cada vez que cruza a Estados Unidos, debe hacerse la prueba de Covid-19. A sus 13 años, cursa segundo año de secundaria y se esfuerza por sacar buenas calificaciones, pues sólo puede estar en clases virtuales de lunes a jueves.
Dana Camila se considera de carácter fuerte y busca tener siempre una actitud positiva, porque de lo contrario sería difícil sobrellevar sus padecimientos.
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Reconoce que todos los días son diferentes, pues un día puede sentirse bien y al otro sentirse cansada o enferma; depende de su organismo.
Está cansada de viajar y de tener continuos tratamientos. Sus brazos siempre están adoloridos, en ocasiones se le forman pequeñas protuberancias y en otras moretones, pero dice que no se puede estar quejando porque no quiere que le tengan lástima.
Comenta a EL UNIVERSAL sus aspiraciones: quiere ser abogada y encauzar una carrera política, pues le gustaría llegar a ser legisladora, gobernadora o hasta presidenta de la República, porque no quiere que otras generaciones pasen lo que lo que ella sufre: estar enferma, con sus derechos vulnerados y sin justicia.
“Mamá, me voy al cielo”
Una sonrisa esboza sus labios, pero su mirada retrata una profunda tristeza. Mira fijamente una fotografía. Los dedos de Juanita recorren el rostro de su pequeño Jonathan y recuerda ese trágico día cuando en el trayecto a la guardería le dijo: “Mamá, me voy al cielo”.
Jonathan Jesús de los Reyes Luna fue uno de los 49 menores que falleció en el incendio ocurrido en la Guardería ABC.
Apenas tenía tres años con tres meses de edad. Por la gravedad de sus heridas internas apenas pudo sobrevivir dos días.
Juanita Luna Hernández recuerda cómo agradecía a Dios porque a pesar de nacer con dificultades a los ocho meses de gestación, el 8 de febrero de 2006, el Día del Amor y la Amistad se lo pudo llevar a casa.
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Como madre soltera, vivía con sus padres y debía trabajar, desde las 8:00 horas hasta las 17:00 horas. Su padre los llevaba a la guardería y una prima de ese lugar, la trasladaba a su trabajo.
El día de la tragedia era viernes, su jefe no estaba y junto con otra empleada decidieron salir temprano, ya no tenían pendientes; como auxiliar en una desarrolladora había preparado la nómina y fue a buscar a sus hijos.
Cuando iba sobre un transporte urbano vio que pasaban carros tipo pick up, con mujeres en la parte trasera cargando niños y eso se le hizo raro; al llegar a su casa para recoger a su hija e ir juntas por Jonathan, se enteró que había un incendio, se trasladó a la guardería ubicada en las calles Mecánicos y Ferrocarrileros, pero no podía llegar. Todo era caos.
Desesperada corrió entre los carros, lo buscó y le avisaron que lo habían trasladado en una ambulancia; pidió a una amiga que la llevara a un hospital privado cercano, ahí lo tuvieron y horas después lo trasladaron a otro.
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Juanita lo veía bien, y creía que se recuperaría. Los doctores decían que era un guerrero, pues aun con 85% de su cuerpo con quemaduras, resistía.
El domingo 7 de junio a mediodía le avisaron que su pequeño no superó las quemaduras, y desde entonces se repite la última plática con su pequeño. En el trayecto a la guardería, sentado en sus piernas, volteó a verla y dijo: “Mamá, me voy al cielo”.