Juchitán de Zaragoza.— Por las torpezas y corrupción del Instituto Nacional de Migración (INM) se están exacerbando los problemas derivados de la movilización de extranjeros en la frontera sur del país, sobre todo en Tapachula, Chiapas, dice el sacerdote Alejandro Solalinde, para quien esta ciudad se ha convertido en una enorme olla de presión a punto de explotar, por la presencia de más de 80 mil haitianos y centroamericanos.
Para el fundador del albergue Hermanos en el Camino, en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, gracias a las torpezas y mal manejo de las autoridades del INM se han agudizado los problemas migratorios en Tapachula, problemas que buscan capitalizar quienes desde los países centroamericanos alientan la organización de las caravanas masivas a México.
Según cifras de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) es tan creciente el flujo migratorio desde Haití y los países de Centroamérica, que el número de solicitantes de asilo hasta el cierre del mes de septiembre de este año, es de 90 mil 374 personas, es decir, 49 mil 315 más que todo el año pasado.
Entre los solicitantes de este 2021 hay 31 mil 894 hondureños y 26 mil 7 haitianos, que hacen más de la mitad de los que piden protección. En menor número están unos 7 mil 683 cubanos, 5 mil 170 salvadoreños, 4 mil 670 venezolanos y 3 mil 564 guatemaltecos, entre otros.
Mientras tanto, y según las estimaciones de las autoridades, en la fronteriza ciudad de Tapachula permanecen algunos desde hace un año o seis meses, alrededor de 80 mil migrantes, entre haitianos y centroamericanos, que no pueden abandonar el territorio chiapaneco bajo el riesgo de ser deportados.
Para el activista y defensor de los derechos humanos de los migrantes y coordinador de la asociación Pueblos sin Frontera, Irineo Mujica, la corrupción que impera en el INM está causando el agravamiento de los problemas que surgen del fenómeno migratorio: “Los agentes del INM te detienen, si traes una visa te la rompen y te venden otra”, acusa.
En las últimas semanas, dice, los migrantes “le quitaron los dientes” al personal migratorio ya que cerca de 18 mil centroamericanos obtuvieron un amparo para que no sean deportados. Algunos de esos migrantes formaron parte de la caravana que salió el jueves pasado de Tapachula a la Ciudad de México.
“Con los amparos en la mano, los integrantes de la caravana solicitarán en todos los puestos de control migratorio que encuentren en su trayecto a la capital que les den facilidades de tránsito, porque la gente está desesperada y quiere salir de Tapachula”, explica el activista.
Sobre la caravana que salió de Tapachula, Chiapas, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) solicitó a las autoridades federales y de los estados de Chiapas, Tabasco y Oaxaca implementar medidas para salvaguardar su integridad y derechos fundamentales, sobre todo, ante la posibilidad de que se recurra al uso de la fuerza pública para contenerla.
Entre las acusaciones al INM, las limitaciones económicas y de personal de la Comar y la salida de la caravana, apareció el misterioso traslado de unos 15 mil migrantes haitianos que salieron de Tapachula, y para sorpresa de muchos, aparecieron a principios de septiembre en Ciudad Acuña, Coahuila, en la frontera con Estados Unidos.
“¿Quién o quiénes ordenaron el traslado?, ¿de dónde vino la orden para que los autobuses en que viajaban no fueran detenidos en ningún puesto de control?, ¿por qué solamente trasladaron a los haitianos y dejaron a los centroamericanos?, pregunta Irineo Mujica, de Pueblos sin Frontera. Aquí, recalca, nadie pasa si no es una orden del gobierno.