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“ Somos lo que comemos ”, dice la Doctora Raquel Guillén , quien ha investigado durante casi 30 años los factores fisiológicos, sociales y económicos que provocan la obesidad .
La emergencia de obesidad que enfrenta el país no mengua porque sigue sin haber una atención preventiva y no se incide en los hábitos de alimentación, es decir, comemos mal y se hace poco o nada para corregir eso, dice Guillén , profesora de tiempo completo de la carrera de Psicología y responsable del programa de Psicobesidad de la FES Zaragoza .
En los últimos 25 años la obesidad invadió al país. En México hace años que venimos comiendo mal. Así de simple. Pero si uno quisiera desagregar la explicación encontraría factores socioculturales y económicos que ayudan a entender por qué México engordó de más.
Estos son, según Guillén, los más evidentes:
1.- La transición alimentaria:
hoy se consumen más alimentos procesados que antes. El aumento de la población y la industrialización de alimentos a gran escala generan un aumento en el consumo de grasas, especialmente de las saturadas, de azúcares y de carbohidratos procesados.
2.- La modificación genética de los alimentos:
en los últimos años se ha priorizado el tamaño y la cantidad de los alimentos, no su calidad nutrimental. Es decir, comemos mayores cantidades, pero nos nutrimos menos.
3.- Los alimentos naturales orgánicos cada vez son menos accesibles:
la FAO incluso califica como preocupante la reducción de zonas de cultivo de productos de origen natural. Hoy, salvo en los mercados orgánicos temporales, que suelen ser caros, no es fácil conseguir comida que llegue del campo a la mesa.
4.- Comer bien sale caro:
el precio de un kilo de aguacate, al momento de escribir este texto, es mayor que un salario mínimo diario. Nutriste en México es un lujo.
5.- Consumo excesivo de vitamina T:
tacos, tlacoyos, tostadas, tacos, tamales. Son alimentos a los que se puede acceder fácilmente, asequibles al bolsillo y de fácil consumo. Pero no sabemos diferenciar entre lo sabroso y lo que engorda.
6.- Guisar con manteca:
simplemente no puede seguir ocurriendo, aunque los frijoles con manteca sepan a gloria.
7.- Consumo proteico unidireccional:
en cristiano, por ejemplo, cocinar con carne de cerdo toda la semana, sin integrar pescado, res o pollo al menú.
8.- Fácil acceso a alimentos con un alto contenido de azúcares:
los refrescos por supuesto, pero también las aguas frescas a las que les ponen azúcar como si no hubiera mañana.
9.- Ausencia en nuestra dieta de alimentos frescos:
las verdolagas, los quintoniles, las acelgas, o la flor de calabaza, etc., son ya como platos exóticos en nuestra mesa.
10.- Poca actividad física:
el transporte público mejoró, y ahora caminamos menos y el control remoto del televisor nos ha robado miles de pasos.
11.- Inseguridad:
en muchas ciudades y pueblos del país la actividad al aire libre se ha reducido por precaución.
12.- Migración a la gran ciudad:
miles de personas de comunidades rurales emigraron a las grandes ciudades dejando atrás sus hábitos saludables de alimentación y, al hacerlo, contribuyeron al aumento de los índices de obesidad.
13.- La chatarra conquistó hasta el último rincón:
“Hay ranchos perdidos en la geografía nacional donde es más fácil y barato conseguir un refresco que agua natural”, dice Guillén.
14.- Sedentarismo:
en la antigüedad el hombre se hizo sedentario para cosechar y producir alimentos, una vez que entendió los ciclos de la lluvia. Trabajaba para producir su alimento. Hoy, el sedentarismo sigue, pero en lugar de ir a la milpa a cosechar vamos a la tienda de la esquina a comprar alimentos procesados.
15.- La pobreza:
no tener dinero dificulta la buena nutrición y, una vez con problemas de obesidad, también el acceso al sistema de salud. Todo se vuelve más difícil por la falta de recursos.
¿Cómo salir de la obesidad?
En México, ser obeso además de ser peligroso es difícil. A la discriminación racial, que normalmente tiene que ver con el color de la piel, o a la discriminación económica, se suma la discriminación relacionada con la imagen corporal.
En nuestro país, quien padece obesidad es discriminado sí o sí, dice Guillén.
La delgadez es la llave de entrada al paraíso de la aceptación social, la obesidad todo lo contrario.
“El neoliberalismo fomenta las condiciones lineales. En las formas arquitectónicas, en la planeación urbana, en la confección de la vestimenta... en las sociedades de consumo se favorece lo lineal”, dice la experta.
¿A qué se refiere Guillén? Simple. ¿Te acuerdas del gordito de la primaria, de la oficina o del equipo de futbol? ¿Te acuerdas quién fue siempre el blanco predilecto del bullying?
Por si no fuera suficiente con el acoso o la amenaza contra la salud, dice Betina Bernstorff, las personas obesas deben enfrentar otras desdichas: mayores tasas de divorcio, problemas frecuentes con su vida sexual, mayores dificultades para encontrar o mantener su empleo, entre muchas más.
Bernstorff, experta en nutrición de la Asociación Mexicana de Diabetes, asegura que la genética hace a los mexicanos propensos a engordar y a la diabetes y hay poco qué hacer al respecto. Sin embargo, y aunque reconoce la complejidad del tema, la especialista plantea las siguientes ideas para empezar a superar la crisis del sobrepeso.
- Apoyo. Superar lo obesidad es muy difícil. Familiares y amigos del paciente deben ayudar a crear un ambiente propicio para que lo logre. No deben desviarlo del objetivo.
- La persona obesa debe organizar y respetar sus horarios de comida. Comer a deshoras o no probar bocado durante mucho tiempo puede provocar episodios de ingestas excesivas de alimentos, especialmente de aquellos altos en azúcares que siempre están a mano.
- Si una persona aprende a comer bien desde pequeño, será más fácil que diluya la amenaza del sobrepeso. La educación alimentaria es esencial.
- La lucha contra el sedentarismo debe ser permanente. El ejercicio tiene que ser parte de nuestra existencia.
- Los gobiernos deben ejercer mayores controles en materia de publicidad. En una sociedad con una cultura alimentaria ta raquítica, la exposición a un caudal de anuncios de productos chatarra tienen una influencia decisiva en el consumidor.
- Hay que pensar permanentemente en los beneficios que llegarán cuando la obesidad desaparezca: menos enfermedades, mejor socialización, más tiempo y calidad de vida, etc.