A pesar de las restricciones por la emergencia sanitaria que vive el país debido al Covid-19, poblaciones de varios estados llevaron a cabo sus ritos del Domingo de Ramos.
En Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, y pese a las medidas anunciadas para acceder al panteón municipal, los habitantes zapotecos cumplieron con la tradición prehispánica de visitar a sus muertos en este día, desafiando el blindaje policiaco y de la Guardia Nacional.
Desde la madrugada, los pobladores de Juchitán se concentraron en las entradas del panteón principal del municipio, aunque la zona comenzó a blindarse desde la noche anterior con elementos de las policías Municipal, Estatal y la Guardia Nacional, que buscaban hacer cumplir la instrucción federal de no permitir la concentración de personas en espacios públicos y privados.
La visita a los panteones en Semana Santa es un ritual único en el mundo que celebran los zapotecas del Istmo de Tehuantepec y está relacionado con el año nuevo de esta etnia, según el calendario antiguo que coincide con la Cuaresma católica; además, es el pago de los zapotecas a la visita que en noviembre realizaron los muertos a sus casas.
El arribo a los panteones del Istmo comienza desde las primeras horas del día y concluye entrada la madrugada. En las sepulturas, las familias conviven todo el día con amigos y vecinos, comen, beben, rezan y escuchan música.
Este año, con menos afluencia que de costumbre, el día inició con un acceso limitado de las personas al panteón. Se dijo que sólo se permitiría entrar a dejar flores, pero al final hubo la tradicional venta de comida y hasta un grupo musical.
Cientos de personas del municipio de Venustiano Carranza, a 80 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, participaron en la procesión del Domingo de Ramos.
Sin respetar las disposiciones de las autoridades estatales, por la mañana los creyentes salieron del templo de San Pedro y recorrieron las calles de la localidad con la imagen de Jesús de Nazaret, a quien pidieron protección ante la pandemia de coronavirus.
A la peregrinación se sumaron indígenas tzotziles, quienes llegaron con flores y velas para participar en la romería. Ante la multitud, las autoridades llamaron, sin éxito, a la prudencia.
En San Miguel Zapotitlán, Ahome, indígenas mayo-yoreme celebraron sus fiestas religiosas, pese a que autoridades solicitaron la presencia de la Guardia Nacional.
El viernes pasado se llevó a cabo el Paseo de los Santos, como parte de la tradición del segundo Conti, en el que cientos de fariseos, quienes llevan máscaras y lanzas, desfilaron acompañados de música de tambores y sonajas, desoyendo las instrucciones de la autoridad.
Aunque la iglesia de San Miguel Zapotitlán estuvo cerrada, los pobladores colocaron una cruz en un baldío, donde realizaron su ritual.
La presencia de la Guardia Nacional sólo fue disuasiva, pues no puede desalojar ni detener a la gente.