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Acapulco.— A cuatro días del paso de Otis, los habitantes de Acapulco reclaman la falta de ayuda.
Se sienten abandonados por las autoridades estatales y federales pero no pierden la fe de que pronto les llegue una despensa, agua y luz para retomar sus actividades.
En colonias como Costa Azul, Praderas de Puerta Azul, Cerrada de Puebla, Vacacional, Renacimiento y Colosio siguen las filas de personas buscando agua, comida y albergue para pasar la noche.
“Los que no robamos nos estamos muriendo de hambre. No hay ayuda del gobierno, pura miseria. Los adultos mayores no tienen insulina”, grita desde la fila para recibir agua potable un señor en la colonia Costa Azul.
La Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Costa Azul, se convirtió en un albergue en el que a diario llegan decenas de personas para conseguir agua, comida y medicamentos.
El párroco, en su homilía de ayer, pidió a sus paisanos no desesperarse y no buscar el bien individual, sino para todos.
“Nuestro puerto de Acapulco está en alerta extrema, pero tenemos un mensaje de esperanza. Esta situación es muy difícil, complicada, pero no es para ponernos tristes, no es para vivir en la preocupación, caer en la desesperación, sino es para que podamos realmente echarnos ánimo y poder levantarnos juntos”, expresó.
Desde la colonia Cerrada de Puebla, la señora Josefina Hernández Reyes acudió a la glorieta de la iglesia de Costa Azul para conseguir un garrafón de agua.
Se formó desde las cinco de la mañana. “Es la primera vez que vengo por agua. No hemos recibido nada de ayuda y el huracán se llevó mi casa, no me quedó nada”, refirió.
La planta potabilizadora que instaló la Secretaría de Marina en la zona sólo tiene capacidad para mil litros. Un militar les avisó: “se estaban dando cuatro garrafones por familia, hoy se darán tres garrafones”.
A bañarse al río
Ante la escasez de agua en el puerto, decenas de personas llegan al río que pasa por la colonia Caravana para bañarse y lavar su ropa.
Es un cauce por el que normalmente corren aguas negras, pero al no haber en este momento desembocadura de las mismas, baja agua cristalina de la parte alta del lugar.
Juan José Guzmán y su esposa Teresa Romero, como la mayoría de los acapulqueños, no tienen agua para las necesidades básicas y la única opción que vieron fue el río.
Ambos trabajan en la playa y ahora no tienen empleo; aseguran que no han recibido ningún apoyo.
“No hemos tenido nada de ayuda, para nada. Sí estamos abandonados. Ninguna autoridad se ha acercado con nosotros, nadie ha ido a preocuparse ni llevar algo ni nada. De por sí estamos escasos, pero antes del huracán tampoco teníamos agua en la colonia”, señaló Juan José.
Jovita pidió al gobierno municipal que abra fuentes de trabajo para la limpieza de calles y reactivar la economía del puerto, “ya que hay personas que perdimos todo y necesitamos empezar desde abajo, empezar a levantar Acapulco para que también nosotros estemos bien, porque si no ayudamos a Acapulco, nosotros no vamos a estar bien”, dijo.
Desesperados por ayuda, un grupo de comerciantes llegó a la glorieta de la Diana Cazadora, en la Costera Miguel Alemán, para exigir apoyo al presidente López Obrador.
Encabezados por Evodio Velázquez Aguirre, exalcalde de Acapulco, los comerciantes aseguraron que no tienen la posibilidad de subsistir y exigieron a las autoridades dejar de minimizar la tragedia.
Después de Otis, se observaron también largas filas para cargar combustible. Las pocas estaciones que operan son controladas por la Guardia Nacional y solo se venden 20 litros por persona.
Pese a que el Presidente aseguró que estaban controlados los saqueos, la rapiña en la Costera Miguel Alemán continúa en plena luz del día, sin presencia de la autoridad.
Se espera que hasta este lunes comiencen a funcionar las cocinas comunitarias del Ejército en las colonias de la parte alta de Acapulco, las más afectadas por el ciclón.