Acuña.- La familia de Mayra Lorena Arredondo , sus seis hijos y yerno, decidieron que no podían quedarse sin ayudar a los miles de inmigrantes haitianos que llegaron a la frontera de Acuña, Coahuila , con Del Río, Texas. Les llevaron sándwiches y arroz.
Mayra Lorena Arredondo
, de 42 años, levantó a sus hijos para preparar 22 barras de pan y hacer sándwiches de ensalada de pollo. A sus vecinas les pidió apoyar con cinco kilos de arroz, y esta mañana llegaron al parque Braulio Fernández Aguirre , el lugar que se ha convertido en el campamento de cientos de haitianos varados en su intento por cruzar a los Estados Unidos , para entregar la comida.
Además de sándwiches y arroz, compraron botellas de agua, jugo y manzanas.
“Nos motivó la necesidad que están pasando ellos ahora, es muy triste que vienen a buscar un nuevo futuro y a muchos se le están cerrando las puertas y no traen para comer, mientras que podamos ayudarles con algo, aquí estamos apoyándoles”, platica la matriarca de la familia.
Su esposo no le puso ningún pero. Al contrario. Recuerda que hace seis años, cuando ocurrió el tornado en este mismo municipio, ella recién aliviada también se paró y fue a entregar ropa a la gente que lo perdió todo.
Para la señora Arredondo es algo bonito que quiere inculcarle a sus hijos: ser solidarios con la gente. “Tal vez al rato nosotros podamos necesitar. Y pues a ver quién nos tiende la mano”, dice.
Todos los días desde que una ola de migrantes haitianos llegó a la frontera coahuilenses, cientos van y vienen del Puente Internacional en Del Río, Texas , al parque Braulio Fernández Aguirre, en Acuña , para comer o comprar alimentos y agua para el campamento del lado estadounidense.
“Allá no tenemos para comer. Estamos mal”, dice Evens Jeans, un migrante haitiano. La queja de los haitianos es que las autoridades estadounidenses solo reciben una botella de agua y un pan durante todo el día. Es por ello que desde temprana hora, hasta las seis o siete de la tarde, se miran haitianos cruzar el río Bravo cargando cajas con botellas de agua o con alimento para llevar al campamento en Del Río.
“Ellos necesitan ayuda. Es mucha gente la que está en Estados Unidos y sí es pesado. Si Dios me permite y me bendice sí seguiré viniendo. Dios se lo repone a uno, lo damos con gusto. Mientras podamos, aquí estamos”, cuenta la señora Arredondo.
Los Arredondo no fueron los únicos que pensaron en ayudar. La familia de Victoria Alejandra Palomares subió comida en su vieja camioneta Ford para llegar al parque.
“Me conmovió ver a los niños migrantes. Quise venir a darles de comer y no venderles”, dice la señora que llegó acompañada de su esposa, su hija y su suegra.
Apenas los migrantes salen del río, vendedores de comida y agua les ofrecen por unos pesos. Aunque a 200 metros, donde se encuentra el campamento, llegan asociaciones, grupos religiosos, instituciones o familias como la de Victoria Alejandra a regalarles comida, agua o ropa.
“Queremos darles y no venderles cosas que no ocupamos. Trajimos poquito: arroz, pollo, caldo de pollo, sopa, coca, plátanos, fruta, zapatos, ropa, paletas”, enlista la señora.
Desde la caja de la camioneta la familia sirvió los caldos y el arroz que llevaban en ollas mientras los migrantes hacían fila para recibir el alimento.
La familia coció 20 piezas de pollo y cocinó cuatro kilos de arroz, la comida favorita de los haitianos . “Pobrecitos, me da mucha cosa verlos así. Mi esposo trabaja en los ranchos pero hoy dejamos todo por venir”, añade la señora.
Victoria Alejandra Palomares considera que el apoyo de esta mañana no es nada comparado con los gastos que a veces tiene la familia en otras cosas. “Mejor venir a ayudarles”, dice.
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