Urique.— Los servicios de salud para la población que radica en la Sierra Tarahumara parecieran ser un privilegio, ya que las unidades médicas y consultorios de la zona carecen de personal, medicamentos y hasta insumos básicos como vendas o material de curación.
A esta problemática se le suman las largas distancias que en ocasiones se traducen en días de traslado para que un habitante pueda recibir atención médica de calidad o un tratamiento, ya sea para una simple gripe o alguna enfermedad crónica.
En este lugar los anaqueles de medicamentos lucen casi vacíos; en ocasiones sólo tienen una venda y atiende un médico a las más de 2 mil personas que radican en esa región.
Precaria atención
“No hay medicamentos, simplemente no hay. No tenemos antibióticos, no tenemos analgésicos para niños, no hay nada. Tenemos unos cuantos paracetamol, pero es muy poco para toda la población”, asegura para EL UNIVERSAL personal del centro de salud que prefirió mantener el anonimato.
A decir de los trabajadores, la crisis de insumos y médicos ocurre en todos los centros de salud de la Sierra Tarahumara, lo cual los obliga a trasladar a sus pacientes hasta los municipios de San Juanito o Cuauhtémoc, de dos a cinco horas de camino, para recibir atención médica.
“[La crisis] está en todos lados, en todas las unidades de la sierra, y se supone que en esta zona debería ser mucho más el abasto de medicamentos y personal por la lejanía, porque para poderlos atender cuando hacemos traslados vamos hasta San Juanito o Cuauhtémoc”, afirma.
Según su testimonio, esta crisis viene desde que comenzó el desabasto de medicamentos en el país, pero las actuales autoridades estatales y federales no han buscado cómo enmendar la situación.
En específico, en el centro de salud de Cerocahui se atienden desde las típicas enfermedades respiratorias, gastrointestinales, accidentes y hasta picaduras de animales como serpientes, alacranes y demás, lo cual es común por la zona montañosa en la que se encuentra la región.
“Nos urge que se surtan todo lo que son antibióticos y antihistamínicos, tanto para adultos y niños en general”, piden los trabajadores de salud.
En cuanto al personal, también es limitado, ya que la mayoría de los médicos y enfermeros no quieren acudir hasta esta región a realizar su servicio social o atender de forma general, debido a la situación de violencia que se presentó en el mes de junio, cuando dos sacerdotes jesuitas fueron asesinados en la parroquia del pueblo.
En el lugar sólo está el personal de salud que vive en la zona, por lo cual una de sus principales exigencias para las autoridades es que les proporcionen los insumos básicos para atender dignamente a la población que menos tiene y que es la que más sufre por la carencia de medicamentos y médicos.
Viajan por horas
Al no contar con servicios de salud en sus localidades, la población de la Sierra Tarahumara debe ir de comunidad en comunidad en busca de servicios no sólo de salud, sino de cualquier otro tipo, prácticamente están a su suerte.
Por ejemplo, quienes viven en Cerochaui y enferman de gravedad, deben ser trasladados para obtener atención médica hasta San Juanito, Creel, o en ocasiones hasta Cuauhtémoc, lo que representa viajes de hasta cinco horas de camino.
Don Luis radica en Cerocahui y para atenderse de sus enfermedades, trabajar o recibir algún apoyo federal o de cualquier otra instancia, debe salir un día a la semana desde antes de las ocho de la mañana de casa y esperar en la entrada a esta región un camión que lo lleve a Bahuichivo, y de ahí tomar otra unidad que lo lleve hasta donde requiere.
Antes de tomar el camión, en la entrada de Cerocahui, debe caminar un largo trecho de caminos alrededor de la carretera, por lo que en ocasiones se les ve pidiendo un “aventón” para llegar más rápido.
A decir de don Luis, si durante la mañana no toma el camión, debe esperar hasta el otro día, ya que sólo pasa uno por día, lo cual les dificulta realizar alguna otra actividad.
Otro caso es el de la señora Martha Cruz Torres, de 85 años, quien vive una situación similar, ya que para trasladarse de una región a otra, así sea sólo de paseo, debe esperar en la orilla de la carretera entre Creel y San Rafael para tomar un camión que le cobra 10 pesos por llevarla a otro punto en la Sierra Tarahumara.
“Ya nos acostumbramos, no queda de otra”, asegura la mujer resignada.
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