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San Sebastián Tutla.— Scarlet Daniela llegó el 5 de octubre al Centro de Movilidad Migratoria de San Sebastián Tutla, en el área metropolitana de Oaxaca, tras 23 días de viaje desde Guasipati, Venezuela. Ayer se enteró que durante la madrugada, más de una decena de sus compatriotas venezolanos murieron en un accidente en la autopista que va a la Ciudad de México.
Ella, junto a otros seis venezolanos, dos mujeres y cuatro hombres, no alcanzaron a tomar ese autobús, que salió a la media noche y era demandado porque el pasaje estaba a mitad de precio.
“Uno está a la expectativa y en las manos de Dios, tampoco puede escaparse a su destino”, dice.
Scarlet Daniela reconoce que está aterrada por el accidente y cuenta que la información les ha llegado a cuentagotas. Ella se enteró casi ocho horas después, alrededor del mediodía, cuando una de sus amigas del campamento le dio la noticia, porque ninguna autoridad les informó nada.
Comenta que ha escuchado que en el campamento hay familiares de las víctimas, pero hicieron un pacto de silencio porque no quieren ser deportados o seguir dando dinero a policías corruptos.
De acuerdo con testimonios recolectados por EL UNIVERSAL, es posible que los familiares de las víctimas se hayan ido por su cuenta. Incluso, los extranjeros narran que cuando se enteraron del accidente, tanto personal del gobierno oaxaqueño como del Instituto Nacional de Migración (INM) se negaron a informarles los nombres de los lesionados y fallecidos.
En el centro de movilidad, apilados unos con otros, durmiendo en medio de la tierra y sábanas gruesas, las voces se levantan de pronto. Saben poco de las noticias de México y dan vuelta entre ellos a las tragedias, porque deben de continuar con el viaje.
“No son los únicos muertos. Desde que llegamos a México hemos visto unos cuatro camiones que se han accidentado, unos por mucho pasaje, los otros quién sabe. Al menos vimos tres accidentes cuando veníamos de Chiapas a Juchitán”, señala Scarlet.
Luis viene de Zulia, Venezuela, y dice que pudo tomar el camión accidentado. “Todos o casi todos esperan esos camiones, son dos corridas nada más, cada 12 horas, los esperan porque son baratos”.
Los autobuses de las empresas como AU y ADO cobran mil pesos el viaje a la Ciudad de México, mientras que los camiones de Turismo Xoxo, como el que se accidentó, cobran sólo 500.
La decisión de ahorrarse algunos pesos, explican, se debe a que ya han tenido que pagar cuotas y aún les queda mucho camino por delante, por lo que su objetivo es ahorrar plata como sea.
Ninguno es ajeno a los riesgos, dice Scarlet que por eso ella dejó a su hijo de nueve años en Venezuela. “Yo quería venir primero porque sé que es peligroso, y ya después traerme a mi hijo, para no truncharle la escuela. Uno al viajar se expone, pero no puedes vivir cuando te pagan cinco dólares al mes”, relata.
Esta mujer de 28 años luce quemada por el sol. Por ahora espera un poco de dinero para viajar, posiblemente este sábado, a la Ciudad de México. Va junto a su perro, su amuleto de viaje, recuerdo de su hijo, un perro que les encontró agua luego de dos días perdidos en la selva del Darién.