Cuernavaca.— Alba Pérez y su hija Alba Yraís obtuvieron en definitiva la absolución por el delito de desaparición de persona cometida por particulares, un proceso, dicen, fabricado por la (FGE). Esa imputación las mantuvo en prisión casi un año.

Madre e hija fueron acusadas de sustraer un bebé a una mujer embarazada y desaparecerlo en 2018. En agosto de 2022 fueron detenidas por la Fiscalía Especializada en Desaparición de Personas.

El Ministerio Público ofreció como prueba el testimonio de Laura Alejandra, la presunta víctima, una joven procedente de la Ciudad de México y la fotografía de la supuesta bebé de 20 días de nacida, con la cual activaron la Alerta Amber.

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Sin embargo, la fotografía de la bebé desaparecida puso al descubierto una mentira. La imagen original fue colocada en internet dos años antes, en una página dedicada a dar consejos sobre cuidados de recién nacidos. El hallazgo lo realizaron los familiares de las mujeres detenidas.

La fiscalía ordenó el análisis de fuentes abiertas y detectaron la misma fotografía. Un perito en criminalista de campo hizo la comparativa de la fotografía de internet con la que se difundió en la Alerta Amber y quedó acreditado que la foto fue extraída de internet y no fue tomada por el teléfono de la supuesta madre, según se establece en la causa penal JC/674/2019.

Además, nunca se acreditó el embarazo de la presunta víctima. Los testigos que presentó la fiscalía no pudieron asegurar haberla visto embarazada y el informe de los médicos legistas indica que no pudieron valorarla porque se mostró renuente.

“A pesar de las pruebas, la fiscalía nunca se retractó y eso es reprobable, porque mantuvo a dos mujeres privadas de su libertad 11 meses, sabiendo de antemano que ellas no habían cometido ese hecho”, afirmó el abogado defensor Miguel Ángel Sandoval Maldonado.

“Al principio puedo hablar de negligencia en la investigación, pero al descubrir la foto en internet y al mantener la fiscalía su postura de seguir acusando a mis clientas, me parece que ahí ya podríamos hablar de fabricación de delitos, puesto que ya sabía que la mamá de la menor había mentido en ese tema y aun así decidió continuar con la acusación”, sostuvo Sandoval Maldonado.

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Por la disculpa pública

Alba Pérez y su hija Alba Yraís Brito abandonaron el penal de Atlacholoaya al mediodía del 6 de julio, después de 11 meses y 15 días privadas de su libertad; sin embargo, después se enteraron de la apelación por la FGE. Finalmente, el 25 de noviembre salieron a la calle libremente porque ese día una sala de magistrados respaldó el fallo de la juez que las encontró inocentes.

Tras la absolución, Alba Yraís Brito agradece al EL UNIVERSAL por creer en sus testimonios, y adelanta que mantienen su exigencia de pedir al fiscal de Morelos, Uriel Carmona Gándara, una disculpa pública, porque la sociedad todavía las señala y las rechaza por este caso.

“Así como hicieron pública nuestra detención y culparnos de un delito que no cometimos, también se debe demostrar y difundir que no somos culpables”, exige.

Yraís considera que le sembraron un delito y recomienda a la fiscalía de Morelos capacitar a sus agentes ministeriales para realizar trabajos exhaustivos, apegados a la investigación científica y de campo.

“Ahorita la gente ni puede confiar en la fiscalía por las deficiencias que estamos viendo en las investigaciones. Mi caso es uno de tantos. Allá adentro [en el penal] hay más casos, eso lo vi en la cárcel. A mis compañeros las culparon pero son inocentes. Hay como 25 mujeres en prisión por investigaciones negligentes”, sostiene la mujer.

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Considera que el principal error en el caso contra ella y su madre fue que las autoridades le creyeron a una persona y no investigaron.

“La foto era falsa. La fiscalía tuvo varias oportunidades para rectificar y no lo hizo... Desde un principio [Laura Alejandra] fue incongruente. Por qué no la investigan, una indagatoria a fondo. Se fueron sólo por un chisme de la señora y que trascendió durante cuatro años. Tuvieron cuatro años para investigar y no lo hicieron”, reclama Alba Yraís.

“Perdimos 11 meses y 15 días de nuestras vidas, pero también nuestras familias, como mis hijos. El pequeño todavía pregunta cuándo lo llevo a la escuela, si voy a regresar por él. ¿Hoy no van a venir los señores que te llevaron la otra vez?”.

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