Chilpancingo.— A la 13:30 horas del sábado, en la comunidad de El Durazno, en el municipio de Coyuca de Catalán, en la Tierra Caliente de Guerrero, irrumpieron unas 50 camionetas con hombres armados.
Llamaron a los pobladores para que se reunieran en el patio de la primaria Ignacio Zaragoza. Apenas comenzaban a llegar los primeros cuando dio inicio la más reciente masacre en Guerrero.
Los hombres armados asesinaron a las siete primeras personas que arribaron, un niño de 11 años, entre ellos. El resto de los habitantes no llegó. Huyeron al escuchar los balazos.
“No sabemos por qué los asesinaron. Los mataron así, como iban llegando los mataban. A otro que iba en la calle, apenas llegando, lo quemaron junto con su cuatrimoto”, relató a EL UNIVERSAL la comisaria de El Durazno, Azucena Rosas García
Tras el asesinato los armados, presuntos integrantes de La Familia Michoacana, no huyeron, se quedaron en el pueblo hasta que quisieron.
Las autoridades de Guerrero llegaron a El Durazno hasta un día después de la masacre, aunque fueron enterados desde el primer momento que el pueblo estaba bajo ataque.
“Yo ayer pedí ayuda al gobierno. Llamé a un funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública, no recuerdo su nombre, sólo me dijeron que ya sabían y que iba y que ya iban, pero nunca llegaron”, recuerda la comisaria.
La comisaria Rosas García encabezó a un grupo de pobladores que el mismo sábado salió a buscar ayuda y para trasladar a un hombre herido para que recibiera atención médica. Atravesaron la Tierra Caliente para llegar hasta el municipio de Petatlán, en la región de la Costa Grande.
La mañana del domingo, el grupo bloqueó la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo, en el punto conocido como Santa Rosa de Lima. La exigencia fue única: que policías, militares y marinos entraran a la comunidad y expulsaran al grupo armado.
Había varias urgencias, los armados tenían a una mujer y a sus hijos retenidos, una pareja estaba desaparecida y los siete muertos seguían amontonados en una casa, en espera de un ataúd para ser sepultados.
Rosas García afirmó que no regresarían hasta que las autoridades garanticen su seguridad, hasta que revisen todo el ejido y hayan sacado a los criminales.
“¿Por qué el ataque?”, se le preguntó. “No sé. La verdad no sé, pero quieren matarnos a todos para hacerse dueños de lo nuestro, de todo, y en nuestro pueblo hay mucha madera”, señaló.
Anoche, 30 horas después de la masacre, la Fiscalía General del Estado (FGE) informó que siete hombres sin vida fueron encontrados en la casa “de la señora Silvia, quienes presentan múltiples lesiones por proyectil de arma de fuego en diferentes partes del cuerpo”.
Los cadáveres fueron identificados como Bonifacio “N”, Bladimir “N”, José “N”, Isidro “N”, Fernando “N”, Daniel “N” y el menor de edad Elder “N”.
“Asimismo, se tiene conocimiento que hay un lesionado, identificado como Martín “N”, quien fue trasladado para recibir atención médica”.
Sobre los hechos, la fiscalía confirmó lo dicho por la comisaria, agregó que los hombres armados llegaron a bordo de 10 camionetas pickup, rotuladas con las letras FM, en referencia a La Familia Michoacana. Salieron del pueblo disparando en contra de viviendas.
La región de la Tierra Caliente está ocupada por soldados y policías desde hace dos meses, cuando ocurrió la masacre en San Miguel Totolapan. Aún así, la mañana del miércoles pasado un grupo armado irrumpió en el penal de Coyuca de Catalán y se llevó a un reo.
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