“Tememos por nuestras vidas. Queremos la presencia de derechos humanos y de las autoridades -de Tamaulipas- para que nos protejan”. Con esas palabras inició este día temprano el peregrinar de por lo menos la mitad de los más de 300 venezolanos deportados desde Texas a Ciudad Juárez, Chihuahua, por las autoridades federales de Estados Unidos, el pasado 13 de octubre. Los migrantes afectados se trasladaron a Matamoros, Tamaulipas.

El viernes 14 de octubre decidieron presentarse en la frontera y mientras caminaban a uno de los puentes internacionales, el grupo de venezolanos deportados iba mostrando a los medios de comunicación los brazaletes que les pusieron en el centro de detención estadounidense y con los que eran identificados. “También traemos puesto, muchos de nosotros, los ‘uniformes’ de detenidos que nos dieron” comenta a EL UNIVERSAL Luis Raúl Conde, uno de los que lidera al grupo. “Tenemos fe, creemos fervientemente que sí vamos a poder cruzar el puente -internacional que separa a Matamoros de Brownsville, Texas- porque fuimos expulsados injustamente, sin ningún motivo”, decía Conde esta mañana mientras caminaban rumbo al borde de la frontera.

Antes de llegar a la línea que divide ambos países, pararon en una tienda que vende pinturas industriales. “Es para pintarnos las manos” dijo Luis Raúl; “somo hombres y mujeres de paz, somos personas de bien, somos personas trabajadoras, luchadoras”. Algunos otros también se encadenaron como parte de la protesta.

Este grupo de venezolanos no logró inicial el proceso de solicitud de asilo antes de que las autoridades estadounidenses anunciaran, el miércoles, un cambio migratorio inmediato por el que los nacionales de ese país que entren de forma irregular por la frontera terrestre serán expulsados inmediatamente a México, bajo el Título 42. “Nos sorprendieron, nos detuvieron; no teníamos idea de que así iba a ser esto”, explica a este diario otro de los migrantes venezolanos, Jonathan Hooka. “Andamos a la diestra y siniestra. No nos quieren dar respuesta del lado de Estados Unidos y del lado mexicano -las autoridades- nos dicen que todo está bien, pero obviamente todo está muy mal”.

Con canticos al unísono, el grupo de venezolanos llegó al puente internacional. La Patrulla Fronteriza estaba en alerta, junto con oficiales de aduanas y policía estadounidense local. Una reja alambre entrelazado separaba a los migrantes de las autoridades, a quienes les suplicaban que por favor los dejaran pasar.

Los venezolanos mostraban las pruebas de que llegaron antes del 12 de octubre, cuando entró en vigor el cambio. Los agentes federales de Estados Unidos sólo los veían. “Ya lo perdimos todo”, “ya no nos queda nada”, “qué vamos a hacer ahora”, “por favor déjennos pasar”, eran las expresiones que se escucharon en su suplica.

“Esta deportación es una medida que sorprendió no solo a los venezolanos, también al mexicano común; no teníamos idea de que seguimos siendo el patio trasero de Estados Unidos”, subraya el abogado internacionalista Jaime Ortiz. “El gobierno -de Andrés Manuel López Obrador- jamás dijo que, en la reciente reunión de alto nivel entre México y Estados Unidos, uno de los compromisos era recibir a los venezolanos que cruzaran sin documentos por tierra -a Estados Unidos -. Pero además sin prever nada, sin infraestructura ni servicios básicos ni seguridad; hay que ser muy inhumano para tratar así a los migrantes”.

Bajo el acuerdo con México, Estados Unidos se comprometió a recibir a 24 mil venezolanos a través del otorgamiento de visas. “Pero que no mienta Marcelo Ebrard, no son visas humanitarias como ha declarado, está mintiendo y eso no es justo ni humanitario” insiste Ortiz. “Son visas que se van a otorgar a ciudadanos venezolanos que cumplan con determinados requisitos, francamente difíciles de cumplir en la situación que se encuentran actualmente”. Detalló que “no cualquiera puede postular” dice Ortiz. Los venezolanos que aspiren a alguna de ellas deben primero demostrar que en Estados Unidos tienen a alguien que los apoyará financieramente y con un seguro médico. Pero automáticamente quedan fuera aquellos que en algún momento en los últimos cinco años haya sido deportado. Tampoco puede aspirar al beneficio de una de esas visas quien haya ingresado sin documentos a territorio mexicano. “Queda claro que va a ser muy difícil que los venezolanos, especialmente quienes más lo necesitan, puedan obtener una de las visas ofrecidas por el gobierno de Joe Biden” advierte el especialista.

La misma tarde de este viernes 14 de octubre, los cerca de 300 venezolanos fueron subidos a autobuses provistos por el Instituto Nacional de Migración, con rumbo a la Ciudad de México, donde “nos prometieron que vamos a ser escuchados y a regularizar nuestra situación -legal- en México” dijo Jonathan Hooka. “Ya de ahí veremos que sigue, no tenemos ni idea de lo que nos depara el futuro”.

Después de los mexicanos, los venezolanos se han convertido en el segundo grupo en ingresar con un mayor número a la Unión Americana. Tan solo en agosto pasado ingresaron sin papeles y por la frontera terrestre 26 mil venezolanos y en Septiembre, 33 mil.

Antes del cierre de esta edición se reportó que otro centenar de venezolanos fue deportado por el área de San Diego – Tijuana.

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