Pachuca.- Leti se levanta muy temprano antes de ir al trabajo debe dejar el desayuno y la comida lista para sus tres hijas, quienes como cada día tienen que disputarse el único televisor que hay en casa y correr con suerte, para que las recargas de datos que le ingresan a su teléfono celular, puedan alcanzar para tomar sus clases y enviar tareas, de lo contrato será un día perdido.
Desde que la pandemia cerró las escuelas para la familia Apolonio Vargas la vida se ha complicado; en su pequeño hogar de apenas dos recamaras, cocina y baño escasea la comida, las herramientas tecnológicas, pero sobre todo el dinero.
Ellas viven en la colonia Jorge Obispo de las más pobre de Pachuca, Leti es madre soltera de una pequeña de cuatro años, que acude a preescolar; una niña de 11 años en la primaria y la mayor Nelly de 14 años en secundaria. Las clases para las tres son a través de la televisión y Nelly en ocasiones usa Zoom.
Pero en su hogar solo cuentan con una televisión, por lo que deben decidir quién tomará las asignaturas, aveces se pelean entre ellas y en otras un volado o la decisión de Leti, determina quien toma las clases.
Es muy difícil hay mucho estrés en todas, aveces no puedo ayudarles porque no sé, sobre en matemáticas y en otras ocasiones no puedo por el trabajo.
Leti tiene 36 años de edad y antes del Covid19, trabajaba de lunes a viernes limpiando casas y los fines de semana en un establecimiento de tortillas a mano, ahora, el empleo es escaso y solo labora tres días a la semana. En el aseo de casas le pagan 200 pesos por un horario de nueve a cinco de la tarde, mientras que el local de tortillas cerró.
Con 600 pesos a la semana tienen que sobrevivir las cuatro, por lo que no pueden contratar internet en su casa o comprar otro televisor. A veces se nos acaban los datos de las recargas y no podemos mandar las tareas o que Nelly se conecten a zoom para sus clases y esto las pone en un estrés constante y se deprimen.
En una ocasión mi hija de secundaria no pudo mandar la tarea el día que se la pidieron, sino hasta el otro día, pero el profesor le dijo que ya no valía lo mismo, esto hizo que Nelly se pusiera muy triste.
Quisiéramos explicar a los maestros que no es su culpa, que nos quedamos sin dinero para la recarga, señala.
Lo más difícil de estos días es la falta de dinero, la pérdida de los días de trabajo le ha restado 700 pesos semanales a su economía y con ello, la posibilidad de que sus hijas puedan estudiar o mínimo comer bien.
Si a esto se le suma que se quedan con dudas y que en ocasiones los maestros pasan hasta cuatro días para que se las resuelvan, la situación se vuelve un caos.
Viridiana es mamá de Sofi una niña de cinco años que recién entró a la primaria. Sofi por año y medio conoció la escuela presencial en el preescolar, la última recta la hizo vía digital y desde entonces su infancia le ha sido robada, por un virus que no solo le ha impedido desenvolverse en el colegio, sino también salir, jugar y tener amigos.
La graduación de Sofi era de las más esperadas en su familia el COVID-19 lo impidió y a ella, la posibilidad de decir adiós a sus compañeros y sus maestras.
Hoy en primaria dice su mamá las cosas son complicadas, hay que tomar clases vía plataforma digital, de las ocho de la mañana a las tres de la tarde con descansos de 20 minutos para que se despejen, ropa cómoda y limpieza es la solicitud de la escuela, un colegio privado que ha cumplido al cien por ciento con las clases.
No tengo ninguna queja, es como si estuvieran en clases presenciales, tiene alrededor de ocho materias, además de artes y taekwondo, los maestros se esfuerzan mucho por que los niños se mantengan atentos en sus dispositivos.
El problema ha sido para mí con los tiempos. Antes de la pandemia Viridiana trabajaba en una correduría, pero la situación económica se complicó y se quedó sin empleo, dice que esto fue bueno para su hija, ya que ahora la atiende no solo como madre, sino también en la asesoría de sus clases.
Tengo que estar pendiente de lo que pueda necesitar, si se desconecta el internet o si los maestros piden algún tipo de apoyo. En los tiempos libres dice se dedica a las labores de su casa, la limpieza y la comida.
Pero cuenta que necesita trabajar por ello sigue en la búsqueda de un empleo, si lo logra entonces ahora deberá de buscar una alternativa para los estudios de su niña.
A la infancia de Sofi dice le faltan las sonrisas, los amigos, el esparcimiento que el colegio le ofrecía. Por ahora no puede salir a la calle y tener una vida normal, pero confían en que todo acabe y esta situación solo sea en el futuro algo que quede para recordar, tal vez en los libros de texto.