Acapulco.— Son las 21:00 horas, en el estacionamiento de la plaza comercial en el fraccionamiento Colosio se comienza a formar una fila, son unas 40 personas, la mayoría mujeres. Unas están sentadas en las sillas que trajeron desde sus casas, otras acostadas sobre cartones. Platican buscando que el tiempo pase lo más rápido, que la espera sea lo menos tediosa porque saben que romperán filas hasta las 8:00 horas del día siguiente, cuando el Ejército les entregue en sus manos una caja con despensa.
En los primeros seis lugares está Griselda Galindes, llegó desde las 18:00 horas a formarse, esta vez no quiere irse a su casa sin la despensa. Esta es la segunda vez que lo intenta, en la primera ocasión estuvo a punto de llegar al sitio de entrega, pero se terminaron los víveres.
Griselda vino hasta el fraccionamiento Colosio porque en su colonia, Zapata, no ha ido el Ejército a repartir despensas. Han esperado por días que lleguen. Una vez, recuerda, les avisaron que llegaría la entrega, se formó por dos días y al final los dejaron plantados.
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Trasladarse de su colonia al fraccionamiento Colosio implica unos 40 minutos de camino, moverse de la zona suburbana a la zona Diamante. El fraccionamiento Colosio es un conglomerado de departamentos populares que sólo el bulevar de Las Naciones lo separa de la zona Diamante, la parte más adinerada de Acapulco.
Griselda cuenta que se formó por más de 14 horas porque requiere víveres, el huracán Otis le voló su techo, le mojó todos sus muebles y esa noche apenas pudo rescatar algo de ropa y sus documentos.
En esas condiciones todas las ayudas le permiten recuperarse lo antes posible, ahorrar lo más que se pueda para reconstruir su casa y volver a comprar muebles y ropa. La mujer está agradecida con la ayuda que está ofreciendo el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Cuando Griselda termina de contar su situación, a la fila se han sumado otras 20 personas. La hilera está en medio de la banqueta de la plaza comercial que colinda con el bulevar de Las Naciones y un pasillo entre la acera y un restaurante abandonado con las ventanas destrozadas. En ese espacio se muestran los daños que provocó Otis en el lugar: hay vidrios rotos, escombros y basura. En ese lugar el Ejército lleva días entregando las despensas.
Entre la fila, una mujer que estaba acostada se levanta y cuestiona a los reporteros. Pregunta si estaban ahí sólo para atacar al Presidente. Dice que ella está ahí por su voluntad, que nadie la obliga a pasar horas haciendo filas y menos a dormir en la calle.
Cuando se le cuestiona de qué colonia venía, dice que de la Miguel Hidalgo, un asentamiento que está al fondo de la Zapata, una de las colonias más peligrosas del puerto en la última década.
“Yo vengo porque aquí me siento más segura”, afirma. Luego dice que las veces que ha ido el Ejército a repartir despensas a una colonia cerca, fue en la tarde cuando ya casi oscurecía y prefirió retirarse, no correr el riesgo de “subir” a su casa de noche.
También dice que cuando el Ejército fue a su colonia se formó dos días, pero no le entregaron.
Más atrás están dos mujeres, son primas, vienen de la colonia Renacimiento, se acompañan para cuidarse. Lo mismo, a su colonia no ha ido el Ejército a repartir cajas con despensas.
Y lo que les preocupa es que van pasando las semanas y a su colonia no llegan; eso significa que están perdiendo los cupones que les entregaron cuando se registraron para recibir los apoyos.
Por ejemplo, la semana pasada tenían que cambiar el cupón uno y dos, pero no hallaron un módulo del Ejército de entrega de despensas. Un día antes cambió el cupón tres y ahora hace filas para cambiar el número cuatro. Ya son dos noches las que duermen en la calle para recibir el beneficio.
Respecto a los dos primeros cupones, los militares le dijeron que ya los perdieron.
También llegaron a este lugar porque dice que aquí sí entregan las despensas completas, en otros módulos, afirma, les están sacando los vales de despensas por $500 que van incluidos en las cajas.
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