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Zaragoza, San Luis Potosí
El negocio familiar lo emprendió Abundio Armendáriz en 1940; ahora, este taller es el único que elabora artesanalmente sus productos, por lo que buscan que la actividad sea nombrada patrimonio inmaterial del municipio.
María Rita Armendáriz, hija de don Abundio, explica a EL UNIVERSAL que tienen en puerta un proyecto para fundar una escuela para la enseñanza del tejido de bolsas de ixtle. Así, asegura, se reactivaría la actividad artesanal y económica del pueblo.
María Rita y 15 artesanos más aún cultivan el arte manual de peinado, tejido, coloración y costura de las fibras vegetales de maguey, que comenzó hace casi 80 años don Abundio en su taller.
Todo el arte comienza con el peinado de las fibras, “después se hace el entramado de los mechones en un rin de bicicleta con una cruceta de madera y valeros; se comienza a dar vueltas para formar tiras de 35 metros de largo”, explicó María.
Una vez que los artesanos terminan de formar rollos de hasta 35 metros, forzando pies y manos en los telares, éstos van al taller de costura donde, con sus manos expertas, cada costurera hace al día hasta 40 bolsas.
“Trabajamos día y noche, dormimos a las dos de la mañana y empezamos a las seis. Cada costurera hace entre 30 y 40 bolsas en un día, pero todo el proceso lleva 7 días”, precisó.
Aunque hay más talleres en el municipio, que también manufacturan bolsas de ixtle, los Armendáriz tienen clientes nacionales y extranjeros.
Incluso despertaron el interés de empresarios chinos, que trataron de replicar sus modelos y técnicas de producción; sin embargo, sus productos no tienen la misma calidad.