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Enfrentamiento tiñe de sangre a la Cruz Azul

Al menos ocho muertos y cinco autos incendiados fueron parte del saldo de una disputa por la cementera

Desde las instalaciones de la cementera, cooperativistas repelieron el ataque de cientos de sujetos armados.
28/04/2022 |01:11
Redacción
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Ciudad Cooperativa Cruz Azul.— Fue una mañana de muerte, al final quedaron las huellas de una violenta batalla: el pavimento ensangrentado, tres motos y por lo menos cinco autos incendiados, varios más con los vidrios rotos y las llantas ponchadas.

Todo inició pasadas las cuatro de la mañana, cuando ruidos estruendosos interrumpieron el sueño de la comunidad hidalguense de Cruz Azul, pequeña localidad que se asienta alrededor de la planta cementera del mismo nombre, en Tula.

A esas horas, un grupo de personas que portaban piedras, palos y hasta pistolas, según versiones de los habitantes, irrumpió con la intención de tomar el control de las instalaciones.

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Fueron más de 40 minutos de refriega en los que los dos bandos que se disputan la Cooperativa Cruz Azul se enfrentaron violentamente, pero en total transcurrieron dos horas de zafarrancho y descontrol, con un saldo rojo de por lo menos ocho muertos —un trabajador y siete personas externas—, así como 11 lesionados.

Testigos narraron a EL UNIVERSAL que el grupo que pretendió invadir la cementera estaba compuesto por cientos de personas vestidas con playera roja, quienes llegaron de la Ciudad de México a bordo de varios autobuses y que ingresaron por la fuerza a las instalaciones por la Puerta 3 del complejo industrial.

Según algunas versiones, al llegar a ese acceso, estas personas lanzaron al aire disparos de armas de fuego. “Fueron momentos de mucha tensión los que se vivieron, pero al final se logró repeler el intento de invasión”, narró uno de los trabajadores.

Una “muerte absurda”

Entre los fallecidos está Misael Cruz, un técnico de la planta originario de Cruz Azul, quien fue herido de muerte al enfrentarse a los externos para tratar de impedir que uno se escapara.

Con el dolor en el rostro, su hermano Fidel y otros familiares exigen justicia por esta “muerte absurda”. Luego de acudir a reconocer el cuerpo, presentarse a la agencia del Ministerio Público a declarar y recoger los restos de su hermano en la funeraria El Ángel, Fidel comentó que lo único que quiere es “llevármelo para que mi mamá lo vea y velarlo en la casa con la familia”.

Vecinos de la comunidad aseguran que entre el contingente de trabajadores que había dentro de la cementera al momento de la irrupción también portaban armas de fuego y punzocortantes. “Si no, ¿cómo te explicas que haya sido sólo un muerto de este lado y siete del otro?”, señalan. Todas las versiones coinciden en que la policía y la Guardia Nacional llegaron demasiado tarde, ya cuando había terminado todo.

“En las dos horas de violencia que se vivieron, nunca llegaron los agentes del orden, a pesar de que se llamó al 911 desde el primer momento”, denuncian trabajadores y vecinos.

Testigos aseguran que al verse superados, las personas que llegaron en autobuses horas antes huyeron dejando abandonados los cuerpos de sus siete compañeros muertos, que fueron levantados con un trascabo y arrojados a la lateral de la avenida.

Así estuvieron algunas horas, hasta que llegaron los servicios forenses a recogerlos.

Algunos de los heridos fueron trasladados para su atención a la Clínica Azul, de la misma localidad, y al Hospital General de la Secretaría de Salud en Tula, donde se reportaron estables.

Un conflicto de tiempo

La planta, en la que se producen en promedio 7 mil toneladas de cemento diarias, está paralizada por este conflicto, que desencadenó la suspensión del suministro de energía en la subestación eléctrica con que cuenta.

Humberto Tapia, secretario del Consejo de Administración de la Cooperativa Cruz Azul, responsabilizó a los excooperativistas José Antonio Marín y Víctor Manuel Velázquez de enviar un “grupo de choque” para apoderarse ilegalmente de la planta.

Dijo que ya se interpusieron denuncias por estos hechos y exigió que la Guardia Nacional y la policía estatal protejan a la planta y a sus trabajadores de posibles nuevos ataques.

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