Tapanatepec.— La casa anaranjada ubicada a tres cuadras del centro de la población de San Pedro Tapanatepec, en la zona oriente del Ist- mo de Tehuantepec, se convirtió en barbería desde hace más de una semana, cuando miles de migrantes venezolanos quedaron varados en esta pequeña comunidad oaxaqueña a consecuencia del recorte de la duración de permisos de tránsito, que ahora son por sólo siete días, y la lentitud de los trámites burocráticos del Instituto Nacional de Migración (INM).
El reguetón se escucha durante todo el día en la bocina colocada en el corredor de la casa. La música atrae más a los clientes, manifiesta Alejandro Villarreal, uno de los cuatro barberos venezolanos que ofrecen sus servicios profesionales por 60 pesos a los hombres tanto migrantes como de la població local.
Un taxista de la comunidad de Chahuites espera su turno formado. Prefiere ocupar el servicio de estos barberos con el único fin de regresarles algo de la derrama económica que ha obtenido en casi tres meses de transportar personas de los límites con Chiapas a San Pedro Tapanatepec.
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Alejandro llegó a Tapanatepec hace más de una semana. No tenía idea de la situación caótica que existía ni tampoco de que la frontera de Estados Unidos se cerró para los miles que huyen de la crisis humanitaria que se extiende en su país, Venezuela. Reconoce que, de saberlo, no hubiera vendido su barbería en Colombia —a donde migró tras salir de su país— ni dejado a su esposa e hija. Tampoco hubiera emprendido el viaje al sueño americano, el mismo que ahora rechaza.
Este joven de 28 años salió hace un mes de Bucaramanga, Colombia, con otros amigos suyos, quienes buscaban llegar a Estados Unidos, donde sabe que otros paisanos suyos están ganando 50 dólares por corte en barberías. Esa, reconoce, fue la principal motivación que lo orilló a emprender el viaje, pues recuerda que realmente a él no le iba tan mal en Colombia, toda vez que obtenía unos mil dólares al mes. Fue la ambiciosa propuesta de libre tránsito para venezolanos la que se convirtió en un detonante para partir.
“No me iba mal, sacaba buena plata al mes, tenía trabajadores, tenía clientes. Hoy estoy acá atorado sin poder salir, sin obtener un permiso, estoy anotado en una de las 200 listas que existen de venezolanos; sé que hay gente que lleva 15 días esperando. Extraño mucho a mi familia, quiero que me deporten, ya no quiero el sueño americano, realmente me ha ido mal en esta aventura”, comenta mientras muestra a EL UNIVERSAL un video de la barbería que poseía en Colombia.
En los primeros dos días de su llegada, Alejandro optó por dormir en la calle, ya que el campamento del INM en el campo de beisbol de San Pedro Tapanatepec ya estaba saturado y las familias están hacinadas.
Desde el primer día, recuerda, hizo amistad con un lugareño que le prestó de buena fe una máquina de corte. Con eso se unió a los otros barberos y juntos rentaron el corredor de la casa anaranjada, que hoy funciona como una barbería internacional.
Al día este joven venezolano realiza alrededor de 20 cortes, con lo que obtiene hasta mil 200 pesos, desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche. Gracias a ese esfuerzo ayer envió a su esposa los primeros 50 dólares desde que dejó Colombia.
Ha sido esa respuesta lo que lo motiva a, antes de regresarse, ir a Cancún. Dice que prefiere esa ruta que llegar a la frontera y perder el tiempo en un permiso para ingresar a Estados Unidos que no obtendrá, pues no posee ningún familiar ni amigo residente permanente o legalizado que lo reciba, uno de los requisitos para ser candidato.
“¿A qué voy hasta allá? No me van a dejar entrar. Salí pensando que el libre tránsito se mantenía, pero todo cambió hace una semana. Sólo quiero mi permiso y ver una mejor opción; mientras espero me gano un dinero para seguir avanzando y mandarle a mi esposa. El sueño americano lo dejé cuando me asaltaron en Guatemala”, dice Alejandro.
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Explosión social
Pedro Gómez es otro venezolano que, como Alejandro, prefiere la deportación a seguir desgastándose económica y físicamente en Tapanatepec, esperando el permiso del INM. Él es el coordinador elegido hace una semana por un grupo de compatriotas suyos para gestionar la agilización de los trámites migratorios, por lo que considera que la política de retraso del gobierno mexicano es para llevarlos a un punto de “explosión social” que los obligue a pedir la deportación.
Hasta el 20 de octubre en San Pedro Tapanatepec estaban varados 10 mil personas de diferentes nacionalidades de Sudamérica, Centroamérica, el Caribe y Asia. Al día de hoy, según el reporte de los migrantes, el INM reparte apenas 200 permisos de tránsito por México, pero, de acuerdo con la autoridad municipal de Tapanatepec, al día llegan de 2 mil hasta 3 mil migrantes y apenas se van unos mil.
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