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Zamora.— La incertidumbre, el miedo y sobre todo el repudio hacia las autoridades municipales, estatales y federales son sentimientos colectivos ante la ola de violencia que se ha desatado en este municipio de Michoacán.
La irrupción, la madrugada del domingo en esta ciudad, ubicada a 159 kilómetros de la capital, sembró el terror entre la población.
El enfrentamiento entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y elementos de la policía municipal ha dejado —hasta ahora— cuatro oficiales muertos y otros siete lesionados.
Uno de los heridos falleció en el hospital donde era atendido. Dos ciudadanos más resultaron con lesiones al quedar entre el fuego cruzado.
Desde esos ataques, la sicosis ha invadido el municipio. Los ciudadanos creen ver vehículos con un ejército de criminales por todos lados, aunque no sea realidad.
A pesar de que la Secretaría de Educación en la entidad informó que no se suspenderían las clases por la violencia, muchas escuelas y universidades cerraron sus puertas.
En las noches, las calles lucen vacías y las tiendas cierran sus cortinas para resguardarse de alguna eventualidad. Cualquier golpe fuerte genera sobresalto en los habitantes; los policías que patrullan también reaccionan y aprietan sus armas.
Aunque a sus espaldas se encuentra un ostentoso operativo militar y enfrente hay uno policial, un ama de casa de Zamora dice que se siente insegura: “Hay mucha inseguridad y ya no podemos salir a la calle a gusto, ya no podemos andar con los niños a cierta hora de la noche, por miedo”.
Señala que, a pesar de que las autoridades han hecho muchas promesas, las cosas en Zamora en materia de seguridad no han cambiado y no hay ningún indicio que les permita tener esperanzas de que regrese la paz.
“Se pueden agarrar otra vez a balazos y también le puede llegar a pasar algo a mis hijos”, asegura la joven madre de familia.
Las calles, negocios y edificios en los puntos donde se registraron los ataques quedaron marcados con los impactos de las balas, pero también por las escenas aterradoras que dejó esa afrenta a las autoridades.
“El olor era demasiado a quemado y también era demasiada la tensión de todas las personas”, cuenta Fernando, quien afirma que sintió de cerca la muerte al estar, circunstancialmente, en dos de los ataques contra policías municipales.
“Cuando termina el ruido, la balacera, la tensión... pasas [por el lugar] y es muy triste ver tiradas a las personas uniformadas”, lamenta.
“Ahí donde estábamos llegó un vehículo particular y se metió en sentido contrario. Se puede decir que chocó contra el hospital y nos tocó escuchar. Al parecer eran jóvenes y gritaban: ‘Auxilio, auxilio, venimos baleados’, lloraban”, relata.
A pesar del operativo que implementó la Secretaría de Seguridad Pública estatal, civiles armados dejaron la noche del domingo sin luz a varias colonias de la ciudad de Zamora.
Autoridades señalaron que los criminales dispararon contra los transformadores de luz.
También fueron asesinadas a tiros dos personas en una colonia en el sur de la cabecera de ese municipio. Una de las víctimas murió y otra más se reporta grave, resultado de las lesiones de los disparos.
El desafío del CJNG continúa: “Están agazapados en la comunidad de Ario, armados hasta los dientes y vestidos de militares”, se escucha en las radiofrecuencias de la policía.
El operativo estatal y federal continúa en las calles y, a decir de las autoridades, se extenderá a los 11 municipios de la región. Los habitantes ven pasar los convoyes con la duda de si serán efectivos.