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Hermosillo. — El presbítero Jesús Eleazar Tarazón Moreno fue atacado por el coronavirus y su salud se deterioró en tres días, con episodios de fiebre, dolor de huesos, sin poder dormir y comer poco, hasta que pidió la visita de sus compañeros sacerdotes para que le dieran los últimos sacramentos.
Después de recibir la absolución, los santos óleos y la comunión, fue invadido por una gran paz y su salud progresó. Hoy es un sobreviviente de Covid-19.
Ahora el padre Jesús dice que puede dar testimonio de que “Dios está con nosotros en las dificultades y la fe mueve montañas”.
Sin embargo, el padre Sergio Octavio Martínez Enríquez, párroco de la comunidad de San Isidro Labrador en Providencia, perteneciente a la Arquidiócesis de Ciudad Obregón, no corrió con la misma suerte y el 14 de junio lo venció la enfermedad.
El mismo destino tuvo el sacerdote Hugo Montaño Terán, quien el 30 de julio perdió la batalla frente al virus, dejando un legado de 49 años de servicio sacerdotal.
Se han ido pregonando el Evangelio, dijo a EL UNIVERSAL el presbítero Martín Gerardo Hernández Moreno, vicario general de la Arquidiócesis de Hermosillo, quien comentó que otra religiosa más falleció por Covid-19 y 12 sacerdotes han sido contagiados de marzo a diciembre.
Para el arzobispo de Hermosillo Ruy Rendón Leal esta pandemia ha venido a trastocar la vida personal, familiar y social, y afecta en todas las dimensiones del ser humano: la salud, la economía, la educación, la política, la religión y la ecología.
“Esta experiencia de dolor nos ha enseñado, entre otras cosas, la pequeñez y la debilidad del género y la importancia de la solidaridad de la gran familia humana ante esta crisis global.
“Una de las experiencias más duras y desconcertantes durante estos meses ha sido, sin duda, la experiencia de enfermedad. El virus no ha respetado edad, sexo, condición social; los contagios han estado por doquier, cerca y lejos de nuestra casa, personas desconocidas y gente muy allegada a nuestra familia, incluso algunos de nosotros resultamos positivos a Covid-19, en menor o mayor gravedad”, reflexiona.
Agrega que enfermos, personal sanitario y familiares han hallado refugio en la religión en tiempos de dolor.