Chichihualco.- Este hombre pasó el pedazo de infierno en el que se convirtió el domingo pasado la comunidad de Filo de Caballos en la iglesia de la Santa Cruz. Cuando comenzaron los tiros corrió hacia la parroquia para resguardar a 16 niños que estaban tomando sus clases de catecismo. Los encerró en un sótano y no los dejó salir hasta que escuchó el último disparo. Fueron cuatro horas de encierro.

“Los niños estaban ya bien entumidos, desesperados, con ganas de orinar. No sabía qué hacer con ellos”, dice el hombre flaco, alto, con el rostro alargado, demacrado.

El lunes por la tarde tomó sus cosas y las de su familia y comenzó a caminar hasta que llegó al auditorio del ayuntamiento de Leonardo Bravo, en la puerta sierra de Guerrero. Caminó tres horas, sin descanso, con los pies pesados por el miedo.

Este hombre flaco, es uno de los mil 600 pobladores –entre ellos 400 niños– de las comunidades de Filo de Caballos, Campo de Aviación, Los Morros, La Escalera, El Naranjo, Carrizal de la Vía, Balsamar y Tepozonalco que salieron huyendo después de la irrupción de 3 mil hombres armados la tarde del domingo en Filo de Caballos.

Ese domingo, al mediodía, unos 3 mil hombres armados llegaron a Filos de Caballos y se enfrentaron con otros -también armados- durante cuatro horas: murieron siete civiles, muchos quedaron heridos y decenas de casas y carros tiroteados. Después tomaron el control del pueblo.

Los armados se identificaron como policías comunitarios de los municipios de Tlacotepec, Apaxtla, Cuetzala, Teloloapan y Cocula y, según han dicho, llegaron a “pacificar”.

La otra cara de la moneda

Los desplazados que están refugiados en el auditorio de Leonardo Bravo tienen otra versión: los comunitarios no llegaron a “pacificar” sino todo lo contrario: robaron sus carros, sus pertenecías, su mercancía, se llevaron sus animales, saquearon sus casas y, en algunos de los casos, las mantienen ocupadas como cuarteles.

En auditorio –un salón amplio, con techo de lámina, sin baños en su interior y con gradas– los desplazados cuentan sus historias; todos con cuidadosos, prefieren no dar su nombres, no se dejan retratar ni videograbar.

Unos están preocupados por los familiares que no han podido salir de las comunidades; otros lloran porque alcanzaron a ver como los "comunitarios" destruían su patrimonio. Una mujer cuenta que los armados se llevaron su camioneta llena de mercancía que vende por toda la sierra; calcula que perdió unos 250 mil pesos.

Lo que flota en el auditorio es incertidumbre. La mayoría no saben si van a regresar a sus casas, si a su pueblo regresará la paz. Mientras, continuarán durmiendo en colchonetas en las gradas del auditorio, comerán los que puedan y los niños no irán a la escuela.

Crescencio, poblador de la comunidad de Campo de Aviación y uno de los promotores para que cultivos de amapola se legalicen, le pone razones, causas y nombres a la incursión del pasado domingo.

La razón

El hombre afirma que la incursión la ordenó Onésimo Marquina Chapa, un presunto líder criminal que opera en la zona. Incluso, presentó un audio, donde supuestamente se escucha al líder criminal dando instrucciones a los presuntos autodefensas al momento de la irrupción.

Onésimo Marquina tomó Filos de Caballos, dice, con sicarios disfrazados de comunitarios porque el quiere abrir el paso a una empresa minera.

Crescencio asegura que Onésimo Marquina ya controla minas en las comunidades de Mezcala, Carrizalillo y ahora busca apoderarse de un posible yacimiento de oro y plata en Xochipala, una comunidad vecina, que en 2019 puede ser explotada.

La minería, y no los cultivos de amapola es lo que disputan las bandas delictivas en esa región, afirma. “La siembra de amapola no vale nada, la goma ahora ya no vale nada”, reafirma.

La comunidad de Filo de Caballos, es el punto donde comienza a encumbrar la Sierra Madre del Sur y también es donde inician los cultivos de amapola. Los comisarios de la zona ha dicho que son casi 50 mil los pobladores de esa región que su sustento es el cultivo del opio.

Pero este año, ha denunciado, el precio de la goma de opio se desplomó. La razón: el aumento en los Estados Unidos de drogas sintéticas, en especifico la Chinawhite. Otra razón: las constantes disputas entre las bandas delictivas.

El alcalde de Leonardo Bravo, Ismael Cástulo Guzmán, es un campesino amapolero que en la elección anterior se postuló y ganó. Ahora, él les brinda apoyo pero de tajo advierte: “Nosotros vamos a tratar de hacer que la gente regrese a sus pueblos y si algo llega a pasar responsabilizaremos a quienes conocen esta situación y no han hecho nada”.

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