Veracruz.- En el diamante del campo de béisbol, los restos mortales de tres de las 13 víctimas del ataque armado perpetrado en el sur de Veracruz , fueron despedidos por sus amigos y familiares.
El entrenador de los Marlins de Minatitlán, César Hernández , conocido como Volvo, su bebé de un año de edad Santiago y la señora Irma Álvarez, madre de un miembro de la novena, llegaron hasta el campo de béisbol “Beto Ávila”.
El Rey de los Deportes, el preferido por muchos presidentes latinoamericanos, despidió como grandes a sus miembros honorarios. Los amigos y familiares cargaron los dos féretros (en uno iba el manager y su bebé) y recorrieron la primera, segunda, tercera base y el home plate.
La familia beisbolera dijo adiós con un dolor atravesado en el pecho y con música de fondo del grupo Intocable:
Lloramos por un amigo
Que se ha ido al paraíso
Para nunca regresar
Lo vamos a extrañar
Adiós amigo
Querido amigo
El incesante sol que siempre golpea a esta región petrolera, no fue excusa para que docenas abarrotaran las grandes en una comunidad donde todos se conocen, donde todos se aprecian bajo viejas costumbres istmeñas.
Aquellos que rendían tributo en un mar de personas vestidas de blanco, se quebraban al mencionar al pequeño Santiago y los aplausos invadían no sólo el campo, sino un municipio que durante años han implorado ser salvados de la violencia.
El estadio fue el más emotivo, pero en diferentes puntos de la ciudad el llanto se escuchaba al despedir al resto de las víctimas del ataque armado.
Decir adiós a Alfredo Meugniot, Felicitas Cabrera Gil, Juan René López Velázquez, Hebert Reyes Martínez, Ana María Santos Hernández, Raúl Palacios Vasconcelos, Leobardo Salinas Jiménez, Julio César Vázquez López, Santiago, César Hernández Barrera, Julio César González Reyna, Patricia Cabrera Ramos e Irma Barrera Álvarez.
En misas de cuerpo presente en iglesias abarrotadas por la comunidad, un pueblo consternado por la muerte del bebé Santiago, pero también por el trabajador petrolero Juan René López González, quien no logró ver nacer a sus mellizos. A todos se les sufre por igual.
En el panteón Hidalgo y el Ejido Tacoteno acabaron los restos de ciudadanos de una comunidad que jamás acaba de reponerse de sus tragedias.
afcl