La Paz.— tenía 39 años cuando desapareció. Fue el 12 de julio de 2017 en La Paz, Baja California Sur, donde su familia sigue buscándola y reclamando justicia a las autoridades. Casi se cumplen cinco años de ausencia, de angustia y de frustración, incluso por las fallas en las investigaciones.

Elvira salió esa noche de julio con su novio. Fueron a un casino y volverían sobre la medianoche, pero —según testigos— habrían tenido una discusión y ella se regresó sola a su casa en Los Olivos, a la que no llegó.

Gabriel es su hijo, y tenía 19 años cuando vio por última vez a su mamá. Desde la mañana siguiente de su desaparición no ha parado de buscarla. Fue a casa de sus amigas en cuanto vio que no llegó a dormir y nadie sabía nada de ella. Así emprendió búsquedas los siguientes días, acompañado de sus tías y tíos. Hasta hoy, lo único que ha podido saber es que unas personas la subieron a un automóvil a la fuerza antes de que pudiera llegar a su casa.

Leer más

Desde entonces formaron uno de los primeros colectivos de familiares en busca de personas desaparecidas: Búsquedas por La Paz. Cada fin de semana acuden a arroyos, brechas, playas y cualquier lugar en donde las llamadas anónimas les dicen que pueden encontrar restos de personas.

“Es como si la hubieran olvidado”

Solos, Gabriel y su tía Iris Manríquez comenzaron a recorrer terrenos a pleno rayo de sol en tierras paceñas, donde en verano se alcanzan los 40 grados de temperatura. La ilusión de encontrar a su madre ha estado presente, como presentes están la rabia y la indignación por la falta de una investigación eficiente, cuenta en entrevista con EL UNIVERSAL.

Desde que su madre desapareció, Gabriel y su familia han tenido que salir prácticamente solos a buscar a Elvira. En su andar se han localizado osamentas, ropa, incluso casquillos, pero de su madre no hay ninguna pista.

El joven manifestó que están por cumplirse ya los cinco años de la desaparición de su madre y, en ese lapso, las investigaciones que presumen las autoridades locales de la Procuraduría General de Justicia no han dado ningún resultado: ninguna persona detenida, ninguna pista, ningún móvil establecido, nada.

Quien era novio de su mamá se fue de la ciudad un año después de su desaparición y la procuraduría no siguió esa línea de investigación, platica Gabriel.

“Es como si ya se hubieran olvidado de ella. Parte de nuestro coraje es que en la carpeta de investigación, que por cierto batallé para tener acceso a ella, vi que había nombres, testigos, gente para buscar y a la que pudieron detener, pero no lo hicieron”, dice.

Incluso a inicios de este año, Gabriel sigue advirtiendo fallas en el manejo de la investigación, pues al día de hoy la carpeta está “desaparecida” o al menos —refiere— ni las propias autoridades saben dónde se encuentra.

Explica que entre el cambio de administración y titularidad de la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Desaparición Forzada de Personas, no han sabido decirle dónde se encuentra dicho archivo.

“En enero pregunté sobre avances de la investigación y me dijeron que la carpeta estaba en la procuraduría, luego, que la mandarían a la fiscalía especializada, y ahora en la fiscalía especializada me dijeron que debía estar en el Centro de Justicia para Mujeres, pero que ellos me llamarían para decirme quién tenía la carpeta. Estamos en abril y ni llamada ni nada. Es obvio que la tienen olvidada. Como si ya el caso estuviera cerrado”, expone.

En la búsqueda de su madre, Gabriel ha encarado a las autoridades, a las pasadas y a las actuales, incluso en visitas al estado por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, ante quien ha acusado las deficiencias en las tareas de investigación, y aunque ha escuchado los “compromisos” para atender su caso y el de cientos de familias en BCS, al día de hoy los colectivos realizan la mayor parte de las tareas de búsquedas.

Leer más: 

Doble dolor: buscar a mamá y papá

La historia de dolor no termina. Hoy, Gabriel no sólo busca a su madre, también a su papá, Felipe de Jesús Álvarez, quien desapareció en julio de 2020, también en La Paz, cuando andaba probando un carro que quería comprar y, según testigos, fue privado de su libertad por la fuerza.

Entonces, ya tenían el colectivo Búsquedas por La Paz y luego de la desaparición de su papá, él fue amenazado para que dejara de buscarlos a los dos.

El rostro de Elvira, con su cabello rubio, unas arracadas grandes, vestida con una blusa blanca y mostrando una sonrisa, da la vuelta por cientos de perfiles de Facebook y páginas de búsqueda de mujeres desaparecidas. Gabriel la recuerda siempre alegre, jovial, el alma de la fiesta, decidida y persistente.

En los cinco años de búsqueda, Gabriel y más de una decena de colectivos que ya tienen presencia en los municipios del estado han logrado resultados positivos. A finales del año pasado, localizaron al menos una veintena de cuerpos en dos jornadas de búsqueda, y a inicios de este mes localizaron otra osamenta. Ahora esperan que el gobierno estatal cumpla su palabra de brindarles el apoyo de al menos un canino adiestrado para las búsquedas.

“No buscamos culpables. Queremos saber qué pasó con nuestros familiares. Dónde están. Son nuestros tesoros y seguiremos hasta encontrarlos”, refiere Gabriel, quien extraña cada día a su madre, amiga y confidente.