Torreón.— El 13 de abril de 2021, Vianey Eunice, de 18 años, se quitó la vida en esta ciudad. Desde entonces, su madre Norma Mora ha emprendido una lucha para que las autoridades investiguen los abusos y violaciones que sufrió su hija, presuntamente a manos del padre y hermano.
Sin embargo, los órganos de procuración de justicia le dicen que ya no hay nada que hacer.
Al hablar de esa etapa de su vida, la madre de familia asegura que siempre fue una pesadilla debido a la violencia que vivía, hasta que se divorció.
Desde su casa en Durango, Norma relata que tras la separación, Manuel Horacio puso a sus hijos en su contra, al grado de que un día le llegó un citatorio del DIF en el que el padre pedía la custodia. Primero se fue el hijo y después convencieron a Vianey Eunice de irse.
“Ganó la guardia y custodia con mentiras. Los niños ya estaban mal aconsejados. Yo sólo quedé desfalcada porque los abogados sólo me pedían dinero y no resolvieron nada. Llegué a tener dos trabajos para poder solventarme”, menciona.
La señora se quedó con su hijo más pequeño, pero su expareja nunca le dejó ver a sus otros hijos, Adalid y Vianey. El hijo mayor además se volvió agresivo con ella.
“[Vianey] perdió la cuenta de las veces que abusaron de ella. Busqué opciones para llevarla a terapia. Me dijeron que necesitaba siquiatra”; Norma Mora, Madre de Vianey Eunice.
En 2017, Vianey se escapó de casa de su papá, había sido golpeada, según narra su madre: “Llega y me dice que por favor la reciba, que ya no quiere vivir con ellos [padre y hermano]”.
Tras estos hechos, el padre interpuso una denuncia y reclamó que Vianey estaba a su cargo. Según relata Norma, la licenciada que los atendió no dio voz ni voto a la niña, quien aseguró que fue golpeada tras ver a su padre drogándose en la sala.
Pese a las acusaciones, Manuel Horacio conservó la custodia y se llevó a la joven a la fuerza. El 14 de febrero de 2020, cuando tenía 17 años, Vianey volvió a escapar. “Llegó a casa de mi hermana, golpeada, con la nariz sangrando. Pedía ayuda”.
El miedo era mucho
La madre quería interponer una demanda, pero su hija tenía miedo. Le contó que tres años atrás, cuando se escapó la primera vez, la sacaron de la secundaria y la obligaron a cocinar burritos para ponerlos a la venta.
Ya con su madre, la hija comenzó a contar el infierno que vivía: los abusos físicos y sicológicos que sufría a diario. Le decían que estaba gorda, que estaba fea, que estaba chueca.
Vianey terminó la secundaria y entró a la prepa, comenzó a trabajar. Norma relata que el padre y hermano mayor se enteraron donde vivían, en Torreón, Coahuila, y su hija comenzó con trastornos de pánico.
Días después, la hija confesó que había sido abusada y violada por su hermano. “Me siento triste. Ya me quiero quitar la vida”, le decía. Norma se alertó.
“Me dio detalles de los abusos, perdió la cuenta de todas las veces que abusaron de ella. Estuve buscando opciones para llevarla a terapia. En el Instituto de la Mujer me dijeron que Vianey necesitaba siquiatra y la canalizaron al DIF de Torreón”, comenta.
Allí, asegura, la especialista le reveló a Norma que los abusos no fueron sólo de parte del hermano, sino también del papá. Su hija también lo admitió.
Como los hostigamientos hacia la joven continuaban, Norma planteó denunciarlos, pero su hija tenía miedo.
“Ya no la pude salvar”
Norma Mora cuenta que su hija le dejó su diario y escritos donde relataba el infierno que vivió. También le dejó una Biblia que le había regalado el papá con la confesión: “Mi papá y hermano me violaron”. Le dejó varios dibujos que, a decir de su madre, reflejaban su alma saqueada.
“Nadie hizo nada por ella y yo ya no la pude salvar”, menciona Norma, quien busca que los abusos y violaciones se investiguen, pero se ha encontrado sólo con negativas de los ministerios públicos que se excusan en que la carpeta de investigación se abrió por suicidio.
Cuenta que un abogado le aseguró que pudo haber interpuesto una denuncia, aunque su hija ya hubiera sido mayor de edad, pues lo que vivió sucedió cuando era menor. Lamenta que nunca nadie la orientó.
Asimismo, asegura que en un examen ginecológico que le hicieron, su hija presentaba rasgos de violación. Eso y los escritos de su hija deberían ser motivos suficientes para investigar. Actualmente acude a diario al Centro de Justicia para Niñas, Niños y Adolescentes Durango, pero dice que no recibe apoyo.
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Quiso hacer público su caso para que se ponga atención en leyes y en este tipo de denuncias donde la víctima ya murió; sin embargo, las autoridades se excusan y le dicen: “‘La niña no puede venir a decir si le bajaron el calzón o no’. Así de crudos son”, critica la madre.
Raúl Mario Mendoza Flores, abogado penalista y catedrático de asignatura penal, explica que la muerte de la víctima antes de la judicialización del proceso no implica que no se pueda continuar con la investigación.
Dice que en un suicidio también se toman muestras y exámenes ginecológicos, físicos y médicos para ver las lesiones que presentaba la víctima.
Hoy Norma Mora recuerda que su hija tenía muchos sueños. Quería ser sicóloga y tener una institución para niños abusados. Era una excelente dibujante. Alguna vez escribió: “Como la muñeca errante que baila sin que nadie la vea”.
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