La Trinitaria.— Como un lugar “triste” veía el chiapaneco Julio López López, de 32 años, la casa de seguridad en la que permaneció por ocho días, en Laredo, Texas, antes de que los polleros lo movieran en la caja de un tráiler a San Antonio, Texas, donde falleció junto con otros 25 mexicanos.
Este viernes, al cumplirse 37 días desde que salió de Chiapas con rumbo al norte, el cuerpo de Julio regresó a la comunidad Rodulfo Figueroa, en la frontera con Guatemala, donde nació el 24 de junio de 1990, “un día de San Juan”, según recordaron sus familiares.
Sin embargo, el regreso de Julio no fue ni fácil, ni rápido. El chiapaneco fue repatriado en el tercer vuelo del avión CASA C-295, matrícula 3206, de la Fuerza Aérea Mexicana, que arribó el pasado jueves al aeropuerto de Toluca. De ahí, fueron 20 horas las que tardó el traslado del cuerpo hasta la comunidad de Rodulfo Figueroa, en el municipio de La Trinitaria.
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La esposa de Julio, Adriana Guadalupe González Hernández, sus hermanos y su madre, tuvieron que recorrer seis horas, desde la comunidad Benito Juárez, en el municipio de La Concordia, hacia Rodulfo Figueroa para poder despedir al migrante fallecido.
Ayer, el féretro metálico con el cuerpo de Julio, fue puesto en medio de una sala con flores y velas, donde Adriana Guadalupe lloró al ver el rostro demacrado de su esposo. Parecía el rostro de un hombre diferente, contrario al semblante que vio la mañana del miércoles 8 de junio, cuando el joven partió con rumbo a Estados Unidos.
Recordó que el único propósito de Julio era trabajar para pagar el tratamiento y estudios de su hijo con trastorno del espectro autista.
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