Producto de las costumbres mayas, los habitantes de Pomuch limpian cada año los huesos de sus seres queridos.
Las osamentas deben estar relucientes para cuando llegue el día dedicado a los fieles difuntos y así sus espíritus puedan estar presentes por unas horas en el mundo terrenal. Se cree que si alguien no cumple con la tradición termina teniendo cargos de consciencia con su ser querido, quien espera ser arreglado para las celebraciones.