Mexicali.— Más de 100 migrantes han cruzado la frontera en menos de dos horas. En ese mismo lugar, de entre los arbustos sobre la arena del desierto se escucha una voz: “¡Vamos a cazar migrantes!” y mientras, dos militares se lanzan sobre un grupo de al menos 10 centroamericanos. Corren desperdigados entre la tierra caliente, rodean un río, suben por unas piedras y llegan al muro que divide México y Estados Unidos: todos cruzan.
De acuerdo con cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) los nueve puertos fronterizos que mantiene en la línea sur de EU reflejan un incremento en las detenciones de migrantes, pero es en Yuma, en Arizona, a un costado del poblado Los Algodones, en Mexicali, donde se concentra el repunte, con 589% durante el actual año fiscal comparado con el anterior.
Ahora es una pareja, ambos de Colombia, quienes sin decir su nombre toman la mochila que cargan y se aferran a ella como si su vida dependiera de ese morral. Desde que dan el primer paso no paran hasta que llegan a la muralla de metal.
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“Los van a agarrar”, les grita uno de los militares que permanecen al pie de la carretera. Ninguno volteó siquiera para verlos, porque saben que un vistazo atrás puede terminar con su única oportunidad de cruzar, después de haber viajado más de 5 mil kilómetros. De nuevo, ambos cruzan.
Cristóbal Pérez, director del único albergue que opera en ese pueblo, Helping with all my Heart, A.C., ha contado hasta 500 migrantes en un día. A diferencia de otras ciudades como Tijuana o el centro, en Mexicali, cuando llegan a este pueblo no esperan más de tres días para brincar el muro. Por su refugio han cruzado familias de Colombia, Nicaragua, Brasil, El Salvador, Honduras, Guatemala, Haití y también de estados del sur del país.
“Es un pueblito. Por su geografía de fácil acceso, el paso a Estados Unidos es muy corto y muy fácil, eso lo hace muy atractivo. A diario pasan entre 500 y mil personas, hasta en camiones turísticos”, explica Cristóbal.
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Entre las familias están Juan y Ángel, un padre e hijo que llegaron desde Nicaragua. Al joven, que recién cumplió 18 años en enero, no se le ha escuchado decir nada, es su padre quien rompe el silencio y explica que en dos días van a hacer su intento de pasar. Aunque está preocupado, confía en que tendrán suerte, pues apenas un par de meses atrás tres hijos más brincaron el muro y ya viven del otro lado de la frontera.
“La vida no es justa. Verá, a nosotros allá nos persiguen, no las pandillas, es el propio gobierno, es que allá no hay gobierno”, dice convencido Juan.
Mientras ellos planean su cruce, una familia de Guatemala cuenta que hace menos de una semana intentaron cruzar. Lo hicieron por el mismo punto por donde todos lo hacen: La Presa Morelos. Despertaron de madrugada, caminaron desde el albergue al sitio, pero antes de que pudieran bajar al área del río un par de hombres armados les pidieron su dinero.
Los Algodones no sólo es una de las principales rutas de migrantes, este poblado al este de Mexicali es un detonador económico para el estado, incluso por encima de municipios enteros como Tecate o Playas de Rosarito. Por sí solo este lugar genera alrededor de 500 millones de dólares al año. Es, básicamente, un oasis de turismo médico.
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