Torreón.— María Guadalupe Pérez mira en las noticias todo lo que se ha hecho por encontrar a Debanhi Escobar, la joven de 18 años que desapareció en Nuevo León y fue encontrada sin vida tras 13 días de búsqueda, y pregunta cuál es la diferencia con su hija Jovanna Dibanhi Aguilar Pérez, desaparecida hace 10 meses en Torreón, Coahuila.
“Ella era Debanhi, mi hija es Dibanhi, con i”, dice la madre como si con eso, con la similitud del nombre, fueran a buscarla, como no lo han hecho las autoridades coahuilenses en todo este tiempo.
“Estoy viendo que con la muchacha de Monterrey hicieron muchas cosas”, señala. El mismo reclamo lo ha hecho a las autoridades de la fiscalía estatal. “Allá tienen más recursos que aquí”, cuenta la madre que le dijeron como excusa.
Esas excusas las ha recibido la madre desde que su hija desapareció, el 25 de junio de 2021. Incluso, en un inicio, cuando pedía resultados, el ministerio público que la atendió le dejó en claro que había muchas otras mujeres antes que ella: “Me dijeron así como: ‘Fórmese en la fila, señora. Hay muchas como usted que tienen más años buscando’”. Una fila que suma más de 3 mil desaparecidos en Coahuila.
Simplemente, no concibe la lentitud, el desprecio y la falta de acciones para buscar a su hija.
“¿Qué es lo que esperan?, ¿que me aviente de un puente y deje un escrito donde ponga nombres de que nadie me hace caso? Mi hija no es una huérfana”, expresa la mujer con angustia y desesperación.
Su hija, Jovanna Dibanhi Aguilar Pérez, no es huérfana. Su padre, de 74 años, puso la denuncia, pero María Guadalupe cree que no le hicieron caso porque lo vieron viejo y sin dinero.
En lugar de una búsqueda eficaz, de la fiscalía sólo ha recibido amenazas e intimidaciones. “No ande investigando por su cuenta”, “no se acerque a cuestionar a las personas”, “tenga cuidado en hablar con medios de comunicación”, han sido algunas de las advertencias que le han soltado a María Guadalupe.
Cuenta que duró varios meses siendo ignorada por los funcionarios de la fiscalía. “¿A qué viene?”, “estamos trabajando”, “nos quita tiempo”, le decían.
Fue hasta septiembre, tres meses después de la desaparición de su hija, que de la fiscalía acudieron a hacer investigaciones periciales de la casa donde Jovanna Dibanhi vivía con su pareja, un hombre de más de 40 años de quien, según la madre, ahora no se sabe nada.
Cuando desapareció, Jovanna Dibanhi tenía 22 años. Ya debía cumplir 23. Su madre la describe como una mujer bonita, blanca, alta, pelo ondulado hasta la cintura. Es también madre de una niña que tiene cuatro años y pregunta por ella. “Abuelita, ¿dónde está mi mamá?”, suele preguntar la pequeña, y doña Guadalupe dice que no sabe qué responderle.
“A mi nieta la dejaron sin su mamá. ¿Dónde está? ¿Dónde están los derechos de nosotros? No hay nada en redes sociales. No se vale, es una vida más”, reclama la madre.
La madre relata que la falta de acciones de las autoridades coahuilenses ha llegado al grado de no hacer nada después de haber recibido una llamada con, quizá, una pista de su hija.
María Guadalupe dice que dos meses después de la desaparición, el padre —expareja de María Guadalupe— recibió una llamada con un grito de su hija. La familia acudió al Ministerio Público y los agentes llamaron al número telefónico, que tenía un chip de Monterrey.
“Tengo una llamada perdida de este teléfono”, dijeron los ministerios públicos al hombre que les contestó.
“Yo no hice ninguna llamada”, respondió y colgó.
Los funcionarios pidieron al padre volver a marcar y ya no entró la llamada. Luego se perdió comunicación. Nunca investigaron el teléfono porque, les dijeron, un juez no lo autorizó.
Ante la falta de acciones, la madre ha interpuesto cinco quejas en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila por omisiones, falta de información y lo que dice es una simulación en las investigaciones y búsqueda de su hija.
El trato revictimizante continúa. Hace días recibió una llamada de la fiscalía: “Señora, vamos a hacer un operativo en baldíos, para que nos acompañe”.
La madre reclama la falta de tacto para avisarle y que no le informan la razón de hacer un operativo en un baldío.
“Una necesita andar tapando el Periférico, bloqueando calles para que la atiendan”, reclama la mujer.