Acapulco.— Don Antonio Barreto remueve con sus manos y una vara los escombros de palma y madera para tratar de rescatar algo de valor de su mercancía, de su patrimonio. Después de varias horas de escarbar y sumergirse en un amasijo de arena y escombros logra sacar un paquete de jugos de lo que fue su tiendita de artesanías.

Fuera de los reflectores mediáticos de la tragedia por el huracán Otis, aledaño al Hotel Princess en Punta Diamante, el mercado o la cabaña de artesanías, una inmensa palapa construida hace 48 años con 62 locales donde trabajaban más de 200 personas fue arrasada completamente el pasado 24 de octubre.

“Es el mercadillo del Princess”, dice doña Joaquina, quien perdió todo su patrimonio y que de entre los escombros de palos y palma rescata lo que fueron trajes de baño, sandalias y artesanías enterradas en la destrucción de una superficie de más de una hectárea de puestos donde los turistas compraban los souvenirs de sus vacaciones en Punta Diamante.

Aquella noche del huracán, el velador del mercadito del Princess, don Roberto, logró salir antes del derrumbe y se resguardó en un baño de cemento dónde estuvo durante tres horas hasta que amainaron los vientos.

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Los locatarios del “otro Princess” ya fueron censados y están en espera de algún apoyo económico, pero tienen que limpiar ellos mismos los restos que dejaron los 270 kilómetros de viento de Otis y piden ayuda a particulares y a empresas con camiones de volteo para esa labor de retirar ese amasijo de destrucción.

Ubicado frente al mar, con una playa que hoy luce desierta, sucia, con palmeras vencidas y pedazos de sillas, mesas y sombrillas regadas, con pocos pescadores que arrojan tímidamente sus redes en la orilla para sacar unos peces para autoconsumo y al lado del Hotel Princess, Mundo Imperial, que quedó como en una película de guerra o después de un bombardeo, los locatarios han pasado tres semanas contemplado lo que fue su lugar de trabajo.

En el Hotel Princess, las cuadrillas de albañiles, vidrieros y personal de mantenimiento trabajan a marchas forzadas en lo que se denominó como un ícono de la arquitectura azteca por la forma de pirámide del complejo que incluye albercas, bares y campos de golf.

A lo lejos, los locatarios del la palapa o mercadito observan a través de las bardas destruidas los anuncios promocionales de la XXXV Convención Internacional Minera que se realizó la tarde del pasado 24 de octubre, varias horas antes de que el huracán Otis arrasara con Acapulco y a la cual ya no acudió la gobernadora Evelyn Salgado.

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