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Chilpancingo.— El matrimonio igualitario para la población LGBTTTIQ+ en México es la puerta para acceder a otros derechos que también se les han negado.
Ricardo Locia Hernández, antropólogo, activista a favor de las poblaciones LGBT e integrante del Colectivo LGBTI+ Orgullo Guerrero, trabajó de cerca en la iniciativa de ley para legalizar el matrimonio igualitario que aprobó ayer, de forma sorpresiva, el Congreso de Guerrero.
Explica que esta conquista no tiene nada que ver con la idea romántica y menos con la visión de la Iglesia.
“Nosotros buscamos equiparar la figura del matrimonio con la conquista de los mismos derechos que tienen las parejas heterosexuales, que seamos reconocidos como parejas social y legalmente”, explica.
Considera que la legalización del matrimonio igualitario saca del limbo legal a parejas gays y lesbianas.
“El no legalizar el matrimonio igualitario es como no existir, porque ante una situación jurídica no podemos acceder a la justicia. No contar con derechos merma la vida de las poblaciones, en este caso de las poblaciones LGBT”, dice.
Señala que lograr el matrimonio igualitario, en cambio, es la conquista de esos derechos en materia de salud, económica y patrimonial: “Saber que nuestros derechos, como trabajadores, los podemos compartir con nuestras parejas, como los créditos para vivienda como Infonavit, Fovissste, el heredar a nuestra pareja los bienes que hayamos construido y también el derecho a la salud que como trabajadores tenemos”.
Ejemplos de vulnerabilidad
Ricardo Locia explica que la incertidumbre legal ha puesto a las poblaciones LGBT en “situaciones detestables” y vulnerables.
“Apenas murió el esposo de un amigo. Ellos se casaron en la Ciudad de México, en junio de 2021. El esposo murió de cáncer. Mi compañero, el día en que murió su pareja, tuvo que sacar todas sus cosas de su domicilio porque no existe una ley que ampare a las parejas de Guerrero. No tienes forma de proteger tu patrimonio y tienes que sacar tus cosas mientras a tu esposo lo velan. Esto pasa porque no pudiste tener algunas certeza jurídica, firmar un papel y estás en la vulnerabilidad, porque la familia de tu esposo te puede quitar todo lo que construiste con tu pareja”.
Expone otro caso: “Un compañero que era docente murió y la familia fue la que pudo acceder a sus cuentas. Al final, la pareja quedó en la calle, tuvo que migrar de Guerrero, se fue sólo con los perros porque la familia no le permitió nada. Como vivían en la casa de la familia de su pareja, pues no le dejaron sacar nada, a pesar que muchos bienes los construyeron juntos”.
Locia pone otro ejemplo: “Hay muchos casos de mujeres lesbianas que viven juntas, que incluso ya tienen hijos, que son hijos de una o de la otra, entonces ahí entra un conflicto. Si muere la mujer que los procreó, ¿a quién le quedan los niños?, ¿a los abuelos? Por la falta de certidumbre legal se viene un problema”.
Leyes que no se aplican
Locia considera que la legalización del matrimonio igualitario es un pago mínimo por parte del Estado que, dice, les ha fallado.
“Guerrero tiene una marcha a favor de las poblaciones LGBT muy antigua, de unos 21 años, pero en cuestiones legales no hay nada, nada en verdad. Existe la Ley 264 que es para prevenir y erradicar la discriminación, es una ley muy bonita, pero que no se aplica. La ley dice que el Estado debe generar las condiciones para que las poblaciones que han sido vulneradas accedan a todos los derechos. Guerrero tiene la ley, pero no la aplica”, dice.
“El Estado ha fallado, desde sus instituciones, desde sus gobiernos, desde la sociedad. Aquí murió David Moyao, fue asesinado Quetzalcóatl Leija Herrera, murió Orlando Pastor, que son líderes del movimiento acá en Guerrero que no vieron ninguna ley. Ellos son las caras más visibles del movimiento, pero detrás de ellos andaban muchos compañeros que han sido asesinados y que no vieron nada, que no gozaron de ningún derecho”.
Aun con los avances en el ámbito legal, considera que aún faltará mucho en lo social.
Guerrero fue el penúltimo estado en legalizar el matrimonio igualitario en el país.
“Hubo resistencia de los diputados y no porque protegían a la familia, sino a sus cotos electorales, se resistieron no por la influencia de la Iglesia, sino por su doble moral, por eso Guerrero se quedó hasta el último”.
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