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Aldea Nicá, Guatemala.— En medio del llanto, el dolor y la tristeza, la tarde de ayer recibieron sepultura los restos de cinco de los 21 migrantes guatemaltecos que fallecieron el jueves pasado, cuando el camión en el que viajaban con rumbo a Estados Unidos cayó a un barranco en una carretera cercana a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Los cuerpos de Félix Cash López y Delfino Cash Pérez fueron los primeros que salieron rumbo al cementerio de Nicá, un poblado indígena Mam ubicado a unos 25 kilómetros de la frontera El Carmen-Talismán, que divide a Guatemala con México.

A las 14:30 horas, Catarino Cash Gómez y Loreni Magnolia Marroquín López —padres de Félix—, al igual que Celina Araceli y Loreni Magnolia —las hermanas— se despidieron del cuerpo de su hermano en medio del llanto y la tristeza.

Félix y Delfino eran primos y habitaban en viviendas cercanas, por ello los familiares decidieron que juntos salieran al cementerio.

“Un día yo me fui, dejé mi tierra, mi familia y mi hogar, viajé con rumbo a otro país; quería estar mejor, yo quería en la vida triunfar, de la pobreza salir y mis padres ayudar; los peligros yo enfrenté, crucé desiertos, ríos y montañas, y del secuestro yo fui una víctima más; me fui en busca del sueño americano, a trabajar y ayudar a mis hermanos, cambiar mi vida y cumplir todos mis sueños, pero el destino no me tendió su mano y un día sin imaginar, una tragedia acabó con mi sueño”, es la letra de una canción que acompañó el cortejo fúnebre.

En ese mismo momento, a unos 300 metros de la plaza principal de este pueblo de más de 15 mil habitantes, seis mujeres familiares y amigas de la joven Reina Ramos Nolasco cargaban el féretro de color rosa y se dirigían al templo católico, donde lo esperaban medio centenar de hombres, mujeres, adultos mayores y estudiantes de la telesecundaria, quienes se dividieron en grupos para acompañar a los deudos en varios funerales.

La “triste realidad”. Minutos después, a esa misma iglesia católica llegó otro ataúd, de color gris y cargado por varios hombres. En su interior estaba el cuerpo de Óscar Adán Mazariegos López, quien dejó a su esposa con nueve meses de embarazo y a un niño de año y medio de edad.

“Es triste y lamentable que hoy cinco jóvenes fallecieron por ir a buscar mejores condiciones de vida a otro país. Si Guatemala tuviera trabajo, educación, medicinas, no se tendrían que ir a otro lado.

“Muchos hermanos y hermanas medio comen, por decir no comen. Es triste esta realidad, pero es la verdad”, dijo el párroco durante la misa de cuerpo presente.

El religioso lamentó que muchos jóvenes, padres de familia y mujeres se vean en la necesidad de emigrar a México o a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida, enfrentando peligros y dejando a sus mujeres e hijos.

Tras la misa de cuerpo presente, autoridades locales y maestros ofrecieron un homenaje a los cinco jóvenes fallecidos. Sin embargo, sólo los familiares de Reina Ramos Nolasco y Óscar Adán Mazariegos López aceptaron participar.

Eran las 17:00 horas cuando llegó al panteón local el último cuerpo, fue el de Yesica Andrés Pérez, cuyo féretro también iba cargado por mujeres.

La tristeza y el luto todavía no termina para esta pequeña comunidad. La familia Cash Fernández seguía ayer en espera de que en las próximas horas llegara el cuerpo de su hijo, Ezequiel Aldair. En esta casa el dolor está mezclado con el enojo ante lo tardado que ha sido el trámite de la repatriación del cuerpo.

Pese a los riesgos que representa el viajar como migrante indocumentado a Estados Unidos, muchos jóvenes de este poblado consideran ya emprender su propio viaje.

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