Hermosillo.— Suman ya más de dos décadas en las que el no da tregua a los sonorenses. Otra vez son los desprotegidos quienes más sufren los embates de este mundo cambiante.

Como ejemplo está la historia de la señora Edna Judith.

Unas cuantas láminas, pedazos de cartón, bolsas de plástico y el viejo ventilador de un aparato electrónico es lo poco que posee Edna para sobrevivir al asfixiante calor que se registra en Sonora.

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Ella vive en la invasión El Guayacán, al norponiente de Hermosillo; en ese asentamiento catalogado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) con índice de marginación urbana muy alta, habitan 413 personas que padecen un acceso muy limitado a servicios básicos.

La señora de 40 años narra a EL UNIVERSAL cómo es pasar una noche en extremo calurosa y cómo hace para sobrellevar el calor, pues sólo tiene una vieja turbina que alguna vez sirvió como sistema de enfriamiento de un aparato electrónico.

Relata que para poder conciliar el sueño y vencer al calor se tiene que remojar con el agua almacenada en un tambo, lo que sirve de poco porque la vieja turbina sólo sopla aire caliente y no cuenta con refrigerador para enfriar alguna bebida.

Edna Judith quería ir a un albergue, pero no tiene dinero para el camión y tampoco teléfono celular.

“Sólo sabe lo que lleva quien carga la maleta”, externa la mujer.

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Suman ya más de dos décadas en las que el calor no le ha dado tregua al estado; los sonorenses lo reconocen en su estado de salud o en la vegetación que no resiste los rayos del sol Foto: Amalia Escpnat EL UNIVERSAL
Suman ya más de dos décadas en las que el calor no le ha dado tregua al estado; los sonorenses lo reconocen en su estado de salud o en la vegetación que no resiste los rayos del sol Foto: Amalia Escpnat EL UNIVERSAL

Esta no es la primera vez que Edna Judith comparte su historia. Durante el periodo de campañas electorales que recién concluyó, al menos tres candidatos prometieron ayudarla con un cooler (enfriador de aire), pero ni siquiera había llegado el día de la elección y ya se habían olvidado de ella.

“Apúntese ahí”, le decían los personeros de aquellos políticos para granjearse su voto. Su nombre quedó escrito en varias listas, que ahora se sabe son promesas sin cumplir.

La señora Edna Judith no pierde la esperanza de que su circunstancia cambie, que el anhelado cooler llegue, que la atención a los desamparados climáticos la alcance o quienes conozcan su historia puedan arribar a su domicilio en Calle 3 y Francisco I. Madero Final, de la invasión Guayacán.

La población sonorense no es ajena a los cambios extremos en las temperaturas; los reconoce en su estado de salud y en la vegetación que no resiste los rayos del sol, también han dejado de hacer sus actividades cotidianas.

Pilar Valdés, también habitante de la invasión El Guayacán, resume los estudios más avanzados sobre la crisis ambiental con sus conocimientos empíricos: “No hace falta que un científico diga lo del cambio climático, se siente en la piel. Compramos cinco plantas, las dejé dentro de mi casa y se quemaron por el calor; las saqué al patio y se achicharraron”, lamenta la entrevistada.

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El presente

El incremento de las temperaturas máximas es la prueba de los estragos que causa el cambio climático en la entidad, de acuerdo con la base de datos de Comisión Nacional del Agua (Conagua).

El científico ambiental Juan Isaac Gámez Badouin explica a EL UNIVERSAL que existe una percepción errónea de observar el cambio climático a futuro, cuando sus efectos son visibles en la actualidad.

“El cambio climático no es un tema que le interese al gobierno o a las empresas, nos interesa como humanidad… porque todavía se piensa qué es lo que se viene y no qué es lo que ya está”, enfatiza el líder del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera, en Tecnológico de Monterrey campus Sonora Norte.

La crisis climática no sólo es el deshielo de la Antártida, el deterioro de la capa de ozono o los efectos de gases de invernadero que concentran la atención mundial, para el científico también es lo que ocurrió en los últimos años en el noroeste de México, donde la floración inició en enero, dos meses antes de la primavera.

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El científico ambiental Juan Isaac Gámez Badouin señala que el cambio
climático ya está presente en el territorio nacional. Foto: Amalia Escobar EL UNIVERSAL
El científico ambiental Juan Isaac Gámez Badouin señala que el cambio climático ya está presente en el territorio nacional. Foto: Amalia Escobar EL UNIVERSAL

“Esto no es normal, a las aves migratorias no les llegó un e-mail de que floreó meses antes, entonces cuando llegan a esta zona, las flores ya no están y eso está alterando sus cadenas alimentarias”, puntualiza Gámez Badouin.

Además, advierte que las altas temperaturas están desfasando los ciclos de cultivo en los valles del Mayo y Yaqui, lo que origina cuantiosas pérdidas económicas. Este clima inestable afecta las “horas frío” del trigo y genera lluvias más intensas en periodos menores.

“Ese tipo de horrores no esperábamos verlos en 2024 y ya están aquí”, sentenció Gámez Badouin, quien también se desempeña como director de Investigación y Desarrollo en la empresa Precisión Agrícola.

El meteorólogo del Organismo de Cuenca del Noroeste de la Conagua, Gilberto Lagarda Vázquez, explica los criterios para reconocer los efectos del cambio climático.

“No es la temperatura de un día, o dos días, son los años más calientes de toda la historia aquí en Sonora. Los 10 años más calientes están concentrados de 2000 a la fecha”. Expone que eso indica que la temperatura está aumentando.

Las comunidades de la presa El Cubil, en Sahuaripa; la presa El Molinito, área rural de Hermosillo; la presa El Novillo, municipio de San Pedro de la Cueva y Tepache son los lugares más calientes de Sonora.

“Los promedios anuales van para arriba, ha ido elevando la temperatura en los últimos años, de repente un año baja, pero luego vuelve a subir, entonces la tendencia [al alza] sí se va notando”, ejemplificó Lagarda Vázquez.

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Al extremo

Sonora posee dos récords de calor nada envidiables: Los 58.5 grados Celsius que registró San Luis Río Colorado el 6 de julio de 1966 y los 80.8 grados a los que ascendió la temperatura superficial de la arena en el Gran Desierto de Altar en 2023, dados a conocer por un satélite propiedad de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.

Mientras la Ciudad de México rompió su récord de temperatura máxima con 34.4 ºC, el pasado 24 de mayo, al siguiente mes en el municipio de Tepache, localizado en el noreste sonorense, se alcanzaron 52 ºC. Esa zona, aunque está en la sierra alta, es muy caliente porque los poblados se hallan en los valles, amurallados por las montañas que los convierten en hornos.

El 20 de junio anterior, las ciudades de Plutarco Elías Calles y Sahuaripa también elevaron sus termómetros a 51.7 ºC y a 51.3 ºC, respectivamente. La capital sonorense se sumó al listado de ciudades más calurosas aquella tarde; ahí se registraron 49.5 ºC, que afectaron a la población más desprotegida.

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Ayuda humanitaria

Las altas temperaturas han obligado a las autoridades a crear políticas públicas para atender a las personas en condición de calle o en estado vulnerable, como Edna Judith.

El ayuntamiento de Hermosillo ha habilitado tres refugios que se activan cuando hay temperaturas extremas de frío o calor: Centro Hábitat Café Combate, Centro Galilea y Centro Hábitat Solidaridad I.

Durante las ondas de calor o días con temperaturas altas, en la capital de Sonora se realizan operativos conjuntos de elementos de la Coordinación Municipal de Protección Civil, oficiales de la Jefatura de Policía Preventiva y Tránsito Municipal y jóvenes del Instituto Hermosillense de la Juventud para atender a personas en distintas colonias, puntos de reunión y paradas de camión.

A las personas se les invita a acudir a los albergues para que permanezcan durante las horas más intensas de calor, además se les proporciona agua, suero y algún refrigerio.

Se han instalado centros de hidratación para prevenir golpes de calor entre la población.

Otra medida adoptada por el gobierno de Hermosillo es que las personas que se sientan vulnerables ante el calor y no tengan cómo trasladarse a los albergues llamen al 911 y se les ofrecerá el servicio de transporte gratuito.

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