Torreón.— En el ejido y fraccionamiento La Perla, en Torreón, Coahuila, una postal se repite en sus calles: mujeres haciendo guardia en el frente de sus casas a la espera de que pase una pipa con agua.
La temperatura oficial, a la sombra, es de 40 grados, pero los coches marcaban hasta 44 grados. Los rayos del sol azotan sobre el pavimento que se convierte en una plancha hirviente. Es la tercera ola de calor que azota a prácticamente todo el país.
Según pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional, este miércoles Coahuila estaba entre los estados que tendrían temperaturas máximas superiores a 45 grados.
En Torreón se llegó hasta los 41 grados durante el día, con el agregado del desabasto de agua en varios sectores como La Perla, donde Ofelia Guerrero, una septuagenaria, se refugia en su cochera llena de plantas a la espera de que pase la pipa para que le llene sus tambos y tinacos.
Aquí el calor no da tregua. Sin sombrilla es imposible caminar sin comenzar a sudar y sentir el golpe del calor. Y peor para las familias como la de Ofelia.
“Ya tenemos mes y medio que no tenemos agua en la red. Ni una gota. Estamos desesperados”, reclama la señora.
A unas dos cuadras de su casa avanza una pipa del Cuerpo de Bomberos que va rellenando los botes, tambos o cisternas de sus vecinos, mientras otros esperan a que llegue su turno.
“Si no estamos aquí la pipa pasa y no nos llenan”, se queja Ofelia. Pero a la pipa la acompaña una señora que le va indicando en dónde deben repartir. Y aunque no haya nadie en la casa, ella entra para que llenen los tinacos.
“¿A quién le gusta este calor?”
“No había hecho tanto calor como ahora. Yo no soporto el ventilador, se me hinchan los ojos”, se queja Adela Villa, otra vecina que también espera a que llegue la pipa.
Para mitigar el calor, dice, duerme hasta la madrugada con puertas y ventanas abiertas para que corra el aire, aunque eso involucre otro problema: las moscas y zancudos.
La ropa no la lava y bañarse dos veces al día con este calor es un sueño guajiro. “¿Pos cómo?”, dice la señora Adela. “Ni quién diga que sí se baña en regadera, a puros cubetazos”, añade.
Asegura que el problema de desabasto comenzó a agudizarse hace años, cuando empezó a poblarse el sector y se construyeron más y más casas.
“Nunca había tenido presión, pero al menos salía algo”, cuenta doña Adela.
Las vecinas relatan que durante el invierno sí sale agua cerca de las 3 de la mañana, pero la presión del calor hace que en esta temporada no salga nada.
“¿A quién le gusta este calor?”, dice Judith Villa, otra vecina que se acerca a preguntar
La señora Adela refiere que hace mucho no sentía un calor como el de estos días. Sin embargo, Ofelia asegura que se ha acostumbrado a las altas temperaturas, pero no a quedarse sin agua. “El calor es infernal, pero se siente más cuando no hay ni una gota de agua”.
Dice que la está pasando muy difícil porque en ocasiones no hay agua para bañarse. Les llenan los tambos cada tercer día y con el calor se consumen más rápido. En la cochera de su casa tiene una bomba para subir el agua que le vacían una cisterna hasta los tinacos.
Conforme se acerca la pipa, Ofelia espera sentada en el frente de su casa. Cuando finalmente llega, el chofer le informa que ya se acabó el agua y que deberá ir a cargar más. Le promete que pronto volverá.
“Tendremos que esperar. Está bien fuerte el calor… y luego sin agua”, se vuelve a quejar.