Tula.— Un olor fétido y mucha desolación se respiran en la planta baja del Hospital General de Zona (HGZ) Número 5 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que las aguas negras del río Tula invadieron la madrugada del 7 de septiembre, provocando la muerte de 16 personas.
EL UNIVERSAL pudo recorrer el área de Urgencias, donde la noche de la tragedia se vivió caos y desesperación por la repentina inundación, que dejó sin energía eléctrica al hospital e inservible la planta de luz, la cual se encuentra justo en la planta baja.
Para entrar a esa zona del centro de salud bastó con quitar un cable que unía a ambas rejas y levantar el cerrojo que las mantenía obstruidas desde que la emergencia obligó a derechohabientes y a personal médico a abandonar las instalaciones.
En toda la planta baja quedaron las huellas del paso desenfrenado del caudal del río Tula. En las paredes se marcó el nivel de entre dos y cuatro metros de altura que alcanzaron las aguas estancadas y que, con el transcurso de los días, se ha reducido a sólo unos 30 centímetros, lo que permite dimensionar la magnitud de los daños materiales.
Muebles, material e instrumental médico quedaron —en un principio— flotando en las aguas nauseabundas, y conforme fue cediendo la inundación se depositaron en el suelo.
A las camas les faltan sus colchones, los cuales fueron arrastrados por el agua, y las camillas se encuentran arrumbadas junto con sillas, escritorios y algunos concentradores de oxígeno que, sin energía eléctrica, fueron inservibles para evitar el deceso de 14 pacientes con Covid-19, de las 16 víctimas de la tragedia.
En esa parte del hospital, a la que pudo acceder este diario, quedaron algunas batas colgadas en la pared, mientras que en el estacionamiento, donde permanecen algunos vehículos, se acumuló una gran cantidad de basura y lodo.
Algunos tripiés que sirven para colgar las bolsas de suero también quedaron casi intactos en la desolada zona, que la madrugada del martes pasado resultó la más afectada del hospital, junto con el área Covid.
Las instalaciones fueron completamente desalojadas desde el mismo martes y solamente se mantiene una guardia de seguridad del propio IMSS para resguardar los equipos y el mobiliario, ya que en toda la parte colapsada de la ciudad, a pesar de la tragedia, se han registrado actos de rapiña por parte de bandas dedicadas al robo.
Los vecinos de la colonia señalan que no es la primera ocasión que se inunda el hospital del IMSS, aunque sí la más grave. El problema, comentan, es que fue edificado en la parte más baja de Tula, lo que provoca que todos los escurrimientos y desbordamientos del río invadan las calles y los inmuebles de esa zona.
Afuera, cuadrillas del Ejército se mantienen en las inmediaciones, a la espera de que descienda más el nivel del agua para poder iniciar las labores de retiro del lodo que quedará en los próximos días, si es que no vuelve a desbordarse el río Tula.
Después vendrán las tareas de saneamiento, para evitar los riesgos de infecciones por el material fecal que llevaban las aguas que inundaron la ciudad.