Ixmiquilpan.— En la) la discapacidad no tiene muros. Los que no escuchan, los que no ven o no pueden moverse, aquí tienen una oportunidad.

Enclavada en el corazón del Valle del Mezquital en Ixmiquilpan, Hidalgo, la UTVM es la primera universidad inclusiva en esta entidad y de las pocas qué hay en el país. Sus programas educativos, traductores e infraestructura están diseñados para atender a estudiantes con alguna discapacidad.

De igual forma, el lugar es incluyente en todos los sentidos, desde los programas educativos que se adaptan para los discapacitados, traductores y hasta evitar barreras arquitectónicas, por lo que cuentan con pasamanos, rampas, sanitarios adaptados y lavamanos para personas en sillas de rueda.

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Actualmente en la UTVM hay ocho jóvenes sordos y seis acaban de terminar el programa, por lo que están en trámites de titulación.

Salvador Franco Cravioto, rector de la institución, señala que tienen una matrícula de más de dos mil estudiantes, 15 mil han acabado sus estudios en 26 años de vida de la institución, que no sólo da cabida a jóvenes con discapacidad, también dio respuesta educativa a una de las regiones más pobres de esta entidad.

Así se trabaja en la UTVM

Esbeidy Pérez, coordinadora del programa de educación incluyente, cuenta que para la mayoría de las personas con discapacidad no hay oportunidades en el sistema educativo, es por eso por lo que la UTVM implementó el programa a petición de los pobladores.

“Al hacer un trabajo personal con la zona les pidieron incluir a los discapacitados y al hacer un estudio de la población que podrían estudiar decidieron implementar el plan de estudios que incluye a personas sordas, débiles visuales y con problemas motrices. En la universidad han tenido estudiantes con estas discapacidades”, puntualizó.

La UTVM cuenta con ocho traductores que están matriculados como maestros al frente de grupo. Esa es la diferencia con otras instituciones, donde los alumnos se las tienen que arreglar con sus propias herramientas.

Entre los traductores se encuentran Juan Gustavo Coronado Hernández y Flor Itzel Escamilla, quienes tienen un amigo o un familiar sordo, y es por ello decidieron estudiar el lenguaje de señas.

Su trabajo dicen, es guiar a los jóvenes, pero son los maestros los que llevan el mando y ellos sólo interpretan: “Somos esta parte de estar de tras de ellos, les creamos la conciencia de que son independientes y puedan ser validados en la parte social”, destacan.

Por el momento, en este lugar hay un avance para estos jóvenes, donde la educación incluyente les dio la oportunidad de ser lo que ellos quieran.

Un lugar abierto para todos

Las aulas de la UTVM no sólo reciben a alumnos de Hidalgo, aquí pueden llegar de cualquier parte del país. Hay estudiantes del Estado y de la Ciudad de México que conocieron la escuela a través de amigos. Así llegó Karina, quien es sorda, viene de la Ciudad de México y estudia gastronomía. A sus 19 años dice que tenía todas las ganas de seguir sus estudios para tener un título universitario, y aunque visitó muchas escuelas en ninguna había inclusión.

“Me dijeron que aquí había y pensé que estaba muy lejos, pero vine a visitarla y me gusto. Al principio mi familia no quería dejarme sola, pero entendieron que sí puedo”, dice.

Karina vive en Ixmiquilpan, lejos de su familia, y es a través de la escritura que logra comunicarse y hacer la mayor parte de sus cosas fuera de la escuela.

Al igual que Karina, Luis Miguel de 26 años y originario del Estado de México, también ha encontrado en este lugar su alma mater. Él estudia tecnologías de la información y fue hasta la preparatoria en que aprendió el lenguaje de señas, antes tenía que hacer mímica o escritura para hacerse entender, por ello su lenguaje es pausado.

Somos iguales a cualquiera

Ellos tienen un idioma materno y no es el español. Sus manos suplen a las cuerdas vocales y es a través de ellas que aprenden a conocer el mundo. Nunca han escuchado una voz, porque para ellos no existen las palabras, ni los sonidos, ya que son sordos.

Marite, tiene 26 años de edad, es originaria de Tulancingo y ella al igual que su padre y su madre son sordos de nacimiento y supo de esta escuela por un conocido. Decidió que era tiempo de hacer su sueño realidad. Había encontrado un lugar en donde podía ser una profesionista.

EL UNIVERSAL pudo hablar con ella a través de la coordinadora Esbeidy, quien, tras ser alumna de la institución, pasó a ser funcionaria y aunque ella no tiene ninguna discapacidad su familia sí, por ello, conoce a la perfección lo que sucede con los alumnos.

A través de Esbeidy, Marite narra lo que ha sido su vida, unos padres que sufren sordera y una hermana oyente; desde niña aprendió el lenguaje materno para los sordos, el idioma de señas.

Así, con la ayuda de la gente que encontró en su camino logró lo que muchos no pueden: terminar su carrera de gastronomía.

Dice ser una mujer con metas y una vida normal con una relación sentimental y pretende realizar una especialidad, o bien estudiar administración de empresas.

Mary Carmen de 22 años, y quien también estudio gastronomía, es casada y tiene una niña de dos años de edad. El reto, cuenta, ha sido grande a lo largo de su vida, pero a diferencia de lo que viven muchas personas, ha contado con el apoyo de sus padres.

“Siempre han estado ahí cuando los he necesitado, me han acompañado antes y ahora, con el nacimiento de mi hija mi mamá me ayuda, pero me dejó claro que es mí responsabilidad”, cuenta.

En Hidalgo, 19.3% de la población, esto es 596 mil 154 personas, tienen alguna discapacidad, limitación o problema o condición mental; de estas 166 mil 965 personas son discapacitadas, 5.4% y 413 mil 238 con alguna limitación, pero para ellos el campo comienza a ampliarse tal como hace la UTVM.

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