Estados

Ediles asesinados con violencia en la entidad

Familiares y amigos de David Otlica Avilés velaron presidente municipal en una funeraria de la ciudad de Morelia. Foto: CHARBELL LUCIO
25/04/2019 |03:23
Carlos Arrieta
Corresponsal en MichoacánVer perfil

El cuerpo sin vida del presidente municipal de Nahuatzen, Michoacán, David Eduardo Otlica Avilés, presentaba huellas de tortura y estaba atado de pies y manos a la hora de ser encontrado.

La Fiscalía General del Estado informó que la muerte del alcalde fue por hemorragia intracraneal secundaria a traumatismo craneoencefálico en persona, con herida por instrumento corto contundente.

El perredista fue privado de la libertad en su domicilio particular ubicado en la localidad de San Isidro, municipio de Nahuatzen.

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Más tarde, el cuerpo del alcalde fue localizado en un paraje, ubicado a la altura del kilómetro 1 del tramo carretero Las Mesas-Cortijo Viejo, en el municipio de Coeneo.

Como Otlica Avilés, otros dos presidentes municipales en la entidad han sido asesinados con ese tipo de saña: torturados, lapidados e incluso arrastrados con vida aún, atados de un vehículo.

El 15 de noviembre del año 2012, María Santos Gorrostieta Salazar, quien fuera edil de Tiquicheo, fue lapidada y aún en vida, atada a un vehículo con el cual la arrastraron.

La entonces procuraduría estatal informó que el cuerpo de la otrora alcaldesa priísta fue descubierto por algunos lugareños de El Chupadero, ubicado en una brecha de la comunidad de San Juan Benito Juárez, del municipio de Cuitzeo.

De acuerdo con las actuaciones ministeriales, el homicidio de Gorrostieta Salazar se registró en un sitio distinto al que fue encontrado y posteriormente el cadáver fue abandonado en ese lugar que converge con la Autopista Morelia-Salamanca.

Antes, el 27 de septiembre del 2010, Gustavo Sánchez Cervantes, el alcalde interino de Tancítaro, y su secretario particular, Rafael Equihua Cervantes, fueron encontrados muertos sobre una brecha que comunica a los poblados de Noreto y Ojo de Agua.

Ambos políticos habían sido lapidados. Sus cuerpos presentaban huellas de tortura y golpes, al grado de que les quebraron las extremidades. También estaban atados de pies y manos y con los ojos vendados.

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