Eagle Pass, Texas.— Juanita Martínez, una activista de Eagle Pass, se acerca a las rejas donde un grupo de soldados de la Guardia Nacional de Texas impiden el acceso al Parque Shelby, un espacio municipal donde los residentes solían reunirse a jugar futbol, hacer días de campo o pescar en el río Bravo que divide México de Estados Unidos.
Los soldados, parados frente a un vehículo Humvee, no se inmutan ni le contestan a Juanita Martínez. Se trata del final de la calle Main de Eagle Pass, donde se miran entrar camionetas previamente identificadas, pero que desde enero le prohibieron el acceso a la población.
“Ese parque lo usaba mucha gente”, dice Martínez. “No podemos usar el parque, pero la ciudad está pagando impuestos”, reclama.
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¿Cómo se siente ante eso?
¡Pissed off!
Enojados, así se sienten los residentes de Eagle Pass con el gobierno de Texas que encabeza Greg Abbott desde que decidió, dicen, usar a la ciudad fronteriza de 28 mil habitantes como su “circo político”.
EL UNIVERSAL viajó a Eagle Pass, la ciudad texana que se ha convertido en el centro de atención del tema migratorio por las constantes barreras que ha colocado el gobernador para impedir el cruce de migrantes y más recientemente por haber tomado el Shelby Park, donde ahora se miran decenas de soldados y camionetas militares.
Eagle Pass es la ciudad hermana de Piedras Negras, Coahuila, uno de los cruces favoritos de los migrantes en el último año. Tan sólo en septiembre, más de 14 mil migrantes, principalmente venezolanos, cruzaron por esta frontera, lo que llevó a tomar medidas como el cierre del Puente Internacional 1 para el ingreso de vehículos a Estados Unidos y las revisiones exhaustivas a los transportes de carga.
A diferencia de hace meses, cuando el cruce contaba miles cada día, en las últimas semanas el flujo de migrantes se ha visto disminuido. Sin embargo, la atención sobre Eagle Pass continúa.
El 4 de febrero más de una decena de gobernadores republicanos se reunieron en la ciudad fronteriza para respaldar a Abbott en su justificación de restringir el acceso a la Patrulla Fronteriza por considerar que no hacen lo suficiente para garantizar la seguridad. El 29 de febrero, Donald Trump visitó Eagle Pass y criticó a la administración de Biden por permitir una “invasión”.
“Les gusta meter miedo para que voten por ellos”, dice Juanita Martínez, hija de una activista de La Raza Unida, el partido político hispano de los años 60.
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La ‘invasión’ del gobierno
Amerika García afirma que la gente escucha la palabra migración y siente miedo, pero nadie se acerca a ver qué es lo que pasa: “Los medios en Estados Unidos son cómplices, muestran el miedo, pero no la humanidad”, critica.
Desde las calles de Eagle Pass el río Bravo (río Grande lo llaman en Estados Unidos) no se puede ver porque decenas de camionetas, estructuras metálicas y los contenedores colocados en el borde del río impiden mirar el agua.
“Parece que pasó una guerra. Está militarizada”, señala Juanita Martínez. “Están haciendo un show, es la invasión de Abbott con sus soldados”, añade.
Para Jessie Fuentes, el hombre que demandó al gobierno de Texas por la colocación de boyas que afectaron su negocio de kayaks en el río, se trata de una “invasión”.
“Están mandando soldados de Idaho, de Florida, de Indiana, de South Dakota. Mandan a nuestra comunidad. Somos una ciudad bajo control del gobernador. Es un teatro tremendo”, reclama.
Desde que tomaron el Parque Shelby, el gobierno ha argumentado que la presencia de militares es para proteger su libertad, pero no pueden protegerla si quitan el derecho a ser libres, dice Amerika García, una de las organizadoras de la Border Vigil, la Vigilia Fronteriza que comenzó a realizarse desde agosto de 2023 para honrar a los migrantes muertos en la frontera.
“Es frustrante. Texas dice que tenemos acceso, pero no. Vienen del norte los hombres con armas. La destrucción de propiedad pública y privada, y la ocupación vino de Austin. La invasión es del estado de Texas”, comenta Amerika García.
El gobierno texano cerró el acceso al Parque Shelby y únicamente permite el paso a los jugadores de golf en el campo municipal.
“¿Cuántos crees que juegan golf?”, pregunta Jessie Fuentes. “¿Y los niños, los que corrían y jugaban pelota? Le das la oportunidad a 1% de esta comunidad”, reclama. Por eso, residentes como el señor Fuentes creen que se está impidiendo la conexión cultural de los habitantes.
Para finales de marzo se realiza en Eagle Pass el desfile por La Amistad, un festival internacional que incluye un carnaval, noche mexicana, ballet folklórico, pero como no hay paso al Shelby, los festejos se cambiaron al Fort Duncan Park.
En otros años, recuerda Amerika García, desfilaban contingentes desde México a Estados Unidos. Este año no participará ninguna banda mexicana. El evento que tenía programada la ciudad por motivos del eclipse, también tuvo que cambiar de sede.
“Vas a Laredo, El Paso, la historia de la cultura está escrita. Quiere borrarla, pero no lo vamos a dejar”, dice Jessie Fuentes, cuyo abuelo migró a Estados Unidos.
Mike García, padre de Amerika y miembro de la Cámara de Comercio de Eagle Pass, asegura que todos los que viven en la frontera tienen raíces de México: “Mi abuela decía que ella nunca cruzó la frontera, la frontera los cruzó”, comenta.
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¿Por qué este lugar?
Desde hace tiempo, Abbott eligió Eagle Pass para colocar contenedores en la frontera, después alambres de púas y posteriormente las boyas en el río Bravo, y ha logrado que gobernadores republicanos y el expresidente Donald Trump visiten esta frontera: “Lo que sucede es que Abbott está usando a la comunidad. El gobierno [de la ciudad] es muy débil y pienso que el mayor [alcalde Rolando Salinas] es republicano”, critica Martínez.
“Quieren que se mire que la frontera es un desastre, pero en la frontera siempre hemos recibido gente. Si no has vivido aquí, no sabes cómo es una frontera”, asegura Jessie Fuentes.
Mike García cree que el gobernador tuvo éxito al atraer la atención a la frontera, pero resultó en una atención “mala”.
“Nadie sabía dónde estaba Eagle Pass, ahora todos saben dónde está Eagle Pass, y no por cosas buenas”, dice el hombre septuagenario.
Juanita Martínez platica que cuando la gente preguntaba por Eagle Pass creía que era parte de El Paso. “Quién sabe qué es Eagle Pass”, menciona que pensaba la gente.
Amerika García dice que la frontera de Eagle Pass es photo ready: “Mira qué hermoso. No puedes tomar una foto de esto en Brownsville”, asegura mientras señala el Puente Internacional 1 y se mira el cruce de vehículos arriba del río Bravo.
“Tienes buen clima, tienes buenos accesos, puedes tomar imágenes, no tienes problemas, hasta se escucha más americano que El Paso o Del Río: es Eagle Pass”, resalta Amerika García.