Para Raúl, vecino de la colonia Rosario, el centro de rehabilitación “Uniendo familias para vivir mejor” nunca despertó sospechas de su actividad en los últimos meses. Pensaba que era un sitio donde hombres y mujeres que habían equivocado el camino podían empezar de nuevo. Sin embargo, la noche del martes la irrupción de un grupo armado al sitio develó que en realidad era un centro de operaciones de Los Aztecas para la distribución de enervantes.

Ahora todo luce vacío y las puertas están clausuradas; los cordones de “peligro” que colocó la policía avisan a los curiosos que ahí se cometió un crimen violento, y desde el interior se escucha el llanto de un pequeño cachorro que se quedó atrapado tras la refriega, abandonado a su suerte en la casona, sin poder salir tras el trágico destino de sus amos, y sin que los vecinos puedan rescatarlo porque está prohibido ingresar al sitio.

El ataque al centro de rehabilitación dejó 14 personas fallecidas. Según información oficial, se debió a una disputa por la venta de drogas en bares y cantinas, generalmente con la complicidad de meseros y guardias de seguridad.

La noche del martes un comando de cuatro hombres llegó a “Uniendo familias” y disparó contra los internos con armas de grueso calibre. De acuerdo con las autoridades, los agresores son integrantes de la pandilla Los Aztecas, un grupo delictivo que trabaja bajo las órdenes del Cártel de Juárez.

Varias de las víctimas son parte de Los Mexicles, una banda rival que distribuye droga y asesina para el Cártel de Sinaloa.

Por los orificios dejados en el portón principal tras los disparos se alcanza a ver parte del interior. Hay manchas de sangre en una recámara, junto a una pared y a un costado de un tanque de gas. Las luces quedaron encendidas en el inmueble de la colonia Rosario.

La fiscalía estatal indentificó a 12 de los fallecidos: José Ismael Morales Rubio; Jorge Eleazar Romero Luján, alias El Pelón; Germán Eduardo Aguirre Miranda; Iván Gutiérrez Domínguez, El Toluco; Andrés Humberto Mendoza Saucedo; Jorge Tadeo Acosta Martínez; Jorge Alberto Vázquez Moreno, El Beto; Ricardo Tomás Rivero Estrada; Armando Carranza Rubio; Fernando Soto Hernández; Luis Carlos Quintana Cataño, El Chipón; Miguel Octavio Torres Pérez, El Miguelito, y Korina Natividad Ortega Hernández.


Había un matrimonio. “No me diga que mataron a Korina. Era muy amable y platicadora, ella se casó con otro de los internos, aquí mismo se casaron. A su esposo también lo mataron anoche, tenían un niño chiquito, pobrecito, lo dejaron huérfano”, dice casi al borde de las lágrimas una mujer que vive en la zona y quien pidió el anonimato.

Refiere que “los muchachos” acudían a la Central de Abasto y tiendas de abarrotes, donde les donaban comida y enseres de limpieza, entre otros artículos, apoyados por una congregación católica.

En 2010 fueron asesinados 19 internos del centro de rehabilitación Fe y Vida, en esa ocasión la versión oficial de las autoridades fue que se trataba de un ajuste de cuentas entre el Cártel de Sinaloa y el de Juárez por una disputa relacionada con la venta de drogas en la ciudad.

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