San José Iturbide.— Las campanas doblaron en la capilla de la comunidad de Miranda para enterar al pueblo de la muerte de Pedro Daniel, uno de los 53 migrantes que fallecieron en el , y donde su primo mayor, también adolescente, logró sobrevivir.

Pedro Daniel y Ricardo salieron de su comunidad, ubicada a unos 15 kilómetros al noreste de la cabecera municipal, junto con un tío que arribó de la Ciudad de México con la emoción de que llegarían a Estados Unidos para mejorar su condición económica y la de sus padres.

Lucía, abuela de ambos, dice que no hay palabras para expresar el dolor por la tragedia en la que el menor murió, “buscando mejorar su vida, y Ricardo sigue delicado y solito en un hospital, tan lejos de sus padres”.

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Hasta hace poco sus nietos se dedicaban a hacer ladrillos en el negocio familiar que da identidad a la comuna.

Lucía cuenta que los jóvenes optaron por dejar la producción de tabiques para viajar a Estados Unidos, a donde han migrado muchas personas de Miranda.

Rufina, madre de Pedro Daniel, y Leticia, madre de Ricardo, se enteraron entre el domingo y lunes pasados que sus hijos estaban entre las víctimas del tráiler. Su abuela dice que ella tampoco sabía que estaban en la caja seca del camión.

Afirma que las madres están destrozadas y esperan cuanto antes las visas humanitarias para viajar a San Antonio, Texas. La noche del martes, se enteraron de que Ricardo había salido de terapia intensiva y su salud mejoraba, pero sigue delicado.

Un pueblo de mujeres

En la comunidad de Miranda a lo lejos se expanden las humaredas de los hornos de quema de ladrillos y el terregoso camino vecinal que la comunica desde la localidad de El Capulín se encuentra rodeado de nopaleras y tierra arada.

A lo largo se ven pilas e hileras de ladrillos crudos en cada una de las propiedades, así como tierra y materiales para su fabricación y quema.

En las viviendas una alternativa de ingreso ha sido la producción de tabiques para la construcción de casas, y dentro de los patios se observan millares de adobes listos para ser cocidos antes de las lluvias.

Miranda es un pueblo en el que predominan las mujeres y los menores de edad.

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Apenas cuentan con lo básico: unas pocas tiendas de abarrotes, el preescolar, primaria, telesecundaria y el templo, que sólo visita los sábados un cura de San José Iturbide.

En el lugar es poca la movilidad, una que otra persona se desplaza en motocicleta y los niños en bicicleta; lo único que se escucha es el ladrido de los perros y el canto de los gallos.

El lunes pasado, dos catequistas —encargadas del recinto religioso— hicieron sonar las campanas a las 16:00 horas con el fin de anunciar la muerte de Pedro Daniel.

La señora Irene dice que Miranda es un lugar de migración porque ahí toda la gente tiene parientes en Estados Unidos. Ella, por ejemplo, tiene tres hijos “en el norte”, quienes para su tranquilidad, dice, tienen documentos y viajan sin riesgo.

Cuenta que aquí los muchachos crecen soñando con irse a Estados Unidos y apenas terminan la secundaria, o “algunos ni la concluyen”, cuando ya van en camino al país vecino.

“Yo siento feo, siento tristeza, ganas de llorar, los conozco de toda la vida; toda la comunidad de Miranda está de luto”, dice.

La Secretaría del Migrante y Enlace Internacional precisó que en el tráiler de Texas murieron ocho guanajuatenses.

La alcaldesa de San José Iturbide, Cindy Arvizu, emitió un comunicado en el que dijo que “comparte el duelo” y está a la espera de que la familia esté en disposición y condiciones para entablar comunicación y asistirles en todo lo posible luego de esta tragedia.

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