Bruselas.— Mientras que Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y la Unión Europea dan prioridad a la inmunización de sus poblaciones, China está poniendo a circular sus vacunas contra el coronavirus en el mundo en desarrollo.
Chile recibió a finales de enero su primer lote con millones del biológico chino, mientas que a Perú le tocó a comienzos de febrero con el arribó del fármaco Sinopharm . El 24 de febrero el presidente boliviano Luis Arce agradeció a China por la llegada de medio millón de vacunas, y al día siguiente, los aplausos vinieron del jefe de Gabinete argentino, Santiago Cafiero , con el aterrizaje de las primeras 904 mil dosis de Sinopharm.
La administración del mandatario colombiano Iván Duque compró 7.5 millones de vacunas CoronaVac , en tanto que Brasil y México producirán en casa las dosis de los laboratorios chinos Sinovav y CanSino .
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Más allá de Latinoamérica, países como Senegal, Zimbabue, Guinea Ecuatorial, Egipto y Marruecos han recibido el antídoto del gigante asiático. El continente africano necesita por lo menos 1.5 mil millones de dosis para inmunizar al 60% de la población, estima el Centro Africano para el Control de Enfermedades. Bloomberg News calcula que la factura saldrá entre 10 mil y 15 mil millones de dólares.
Si bien las vacunas chinas tienen la intención de salvar vidas y ayudar a los países receptores a avanzar en los planes de inmunización que permitirán levantar las medidas restrictivas que sofocan sus economías, las aportaciones y los acercamientos con las naciones que piden auxilio no pueden desvincularse de la diplomacia médica, uno de los pilares de la Nueva Ruta de la Seda que construye el régimen de Xi Jinping.
“China está utilizando la vacuna para reforzar su soft power; con los suministros a los países en desarrollo trata de proyectarse como líder mundial en salud. Intenta construir una imagen positiva tras los daños causados a su reputación durante la etapa inicial de la pandemia, en la que hubo acusaciones de no ser transparente y ocultar la propagación del virus”, dice a EL UNIVERSAL Tin Hinane El Kadi , investigadora del Instituto Chatham House de Londres. “Espera ser vista como un líder científico responsable, capaz de luchar contra la pandemia tanto a nivel nacional como mundial”, continúa.
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Sven Biscop
, estudioso del Instituto Real de Relaciones Internacionales Egmont, con sede en Bruselas, tiene una lectura similar sobre la “diplomacia de las vacunas” de China. “Estados Unidos y la Unión Europea se la pusieron fácil a China, porque compraron de manera anticipada la gran mayoría de las vacunas que producen en beneficio de su población, dejando al mundo en desarrollo sin muchas alternativas: la rusa o la china”, asegura en entrevista.
“Los estadounidenses y europeos no pueden quejarse de que otros estén usando la vacuna china. Generamos las condiciones para que China desempeñara un papel prominente, una oportunidad de oro para que recomponga su imagen y compense el mal manejo inicial del brote en Wuhan”. Con esta maniobra, continúa, el régimen chino estaría haciéndose de “créditos” para usar en el futuro.
“Los chinos son muy hábiles en construir un fuerte perfil aún con escasos recursos, porque ninguna potencia tiene la capacidad de salvar al mundo. Para garantizar el acceso global a la vacuna, los grandes actores no tienen otra opción que cooperar”.
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Para Ties Dams , analista del Instituto Clingendael de La Haya, el país más poblado del mundo está surtiendo de vacunas al mundo en desarrollo por tres motivos, comenzando por la aceptación de que como superpotencia tiene que ayudar y asumir responsabilidad. “China sabe que se trata de una pandemia que exige soluciones globales y que, como potencia global, será juzgada por la forma cómo contribuya más allá de sus propias fronteras”, dice a este diario. El segundo elemento tiene que ver con la necesidad de realizar pruebas para mejorar su vacuna, debido a que son escasas las infecciones al interior del país.
“En tercer lugar, es una manera fácil de hacer el bien mientras satisface sus propios intereses y brilla en comparación con Occidente. Es una victoria obvia de soft-power, como debió haberlo sido para Occidente”, indica.
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Narrativa tóxica
Para El Kadi, el debate sobre si China utiliza o no el biológico con fines expansionistas es problemático, ya que intoxica el fin último de la vacuna, que es eliminar la amenaza de la pandemia para retornar a la normalidad. Afirma que para muchos gobiernos, incluyendo en Medio Oriente, la vacuna china es vista como el único camino para cumplir sus ambiciosos objetivos de inmunización. No fue coincidencia que Emiratos Árabes Unidos fue el primer país en aprobar Sinopharm fuera de China, seguido por Bahréin.
La vacuna Sinopharm ofrece ventajas económicas, en comparación con las sustancias que están circulando en Occidente, como la de Moderna, cuyo almacenamiento implica un gasto más elevado. “Ciertamente China está usando la vacuna para expandir su influencia, pero por el otro lado, de esta situación se benefician muchos países en desarrollo que de otra manera no tendrían acceso al fármaco”, señala.
Para algunos gobiernos en Latinoamérica resulta atractiva la presencia china desde el punto de vista geopolítico. Dams sostiene que algunos líderes están viendo el acercamiento con el socio asiático como una forma de tener mayor margen de maniobra en el patio trasero estadounidense.
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“Aprovechar el apoyo de China para fortalecerse frente a la relación con Estados Unidos parece útil. Diversificar la dependencia de las vacunas es una forma de hacerlo”, indica.
Sven Biscop sostiene que la circulación de la vacuna china por los hospitales latinoamericanos deja como lección la necesidad de fortalecer la ciencia y los sistemas sanitarios nacionales , y el que vivimos en un mundo interconectado en el que nadie es autosuficiente en el rubro médico.
Proceso irreversible
Si bien tras la turbulenta administración de Donald Trump el balance de poder entre Beijing y Washington se mantiene, el primero como un titán económico y el segundo, además, como uno político y militar, todo indica que ni siquiera el presidente Joe Biden , con su anuncio de que Estados Unidos está de vuelta, podrá evitar que los chinos sigan cortando terreno.
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“No creo que la administración Biden pueda hacer mucho. El proceso depende de factores estructurales y Estados Unidos no tiene la capacidad económica y financiera para responder a China, que tiene bolsillos muchos más grandes”, sostiene El Kadi.
“Biden puede mejorar el liderazgo estadounidense, pero será incapaz de revertir la presencia de China en la arena internacional”.
El proceso puede perder velocidad: los chinos no se escaparon de los impactos de la crisis económica desencadenada por las medidas de confinamiento para detener el virus. Debido a la contracción económica probablemente renuncie a los proyectos estratégicos menos rentables, como sería la construcción de carreteras, puertos y trenes en regiones de África y Latinoamérica.
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“La pregunta no es cuánto poder tienen Estados Unidos y China, respectivamente, sino qué tipo de poder y qué herramientas tienen a su alcance”, dice Ties Dams. La experta en temas asiáticos afirma que China adapta su estrategia expansionista a los diversos contextos y con base a sus fortalezas y, en este momento, al mundo le urge vacunas.
Biden está respondiendo a cuatro años de ausencia de EU con una apuesta arriesgada: la creación de una alianza global de democracias para aislar a China y Rusia. “Estados Unidos sigue siendo la potencia militar dominante en el mundo y Biden tiene un atractivo considerable en Europa y América Latina, pero el apoyo a una posición de línea dura, a una confrontación ideológica, es bajo en ambas regiones”. “Todo dependerá del papel que jueguen los líderes de Latinoamérica y Europa en esta nueva era de rivalidad entre superpotencias”, puntualiza.