Acapulco.— “Creo que al señor Carlos lo trajo el huracán Otis, desde el primer día apareció ofreciendo ayuda, limpiando, arreglando cosas, compartiendo hasta la comida que le regalamos. Y aquí se quedó desde hace más de tres semanas”, dijo Bety, mesera de un restaurante italiano frente a la Diana Cazadora.
Y es que el morelense Carlos Leal Hernández prácticamente llegó en la víspera de que Otis golpeó a este puerto turístico con una devastación aún incalculable.
Leal Hernández, de 52 años y quien es técnico electromecánico, vino a Acapulco a desazolvar una cisterna y ahí lo sorprendió Otis, por lo que se quedó encerrado en ese lugar. Al salir de ahí, sus trabajadores se fueron a sus estados, pero él decidió quedarse a ser voluntario de todo.
Carlitos, como lo conocen en la zona de comercios de la Diana Cazadora, instaló, con desperdicios de cables, focos y madera un centro para cargar los teléfonos celulares de cientos de acapulqueños que desde hace más de tres semanas han acudido ante la falta de electricidad en sus colonias.
Nacido en Ticumán, Morelos, también Otis lo dejó sin su pequeño patrimonio, una combi modelo 72, que fue aplastada con su herramienta adentro.
“Decidí ser voluntario, no importa lo material, hay que estar unidos, ayudar, aunque no haya ningún pago”, dijo mientras cuida una planta de abasto de agua de la Conagua, sin recibir un pago, carga garrafones, vigila los negocios de la zona y se ofrece a reparar instalaciones eléctricas por lo que le den, solo para comer.
Sin playera, siempre sonriente, vive prácticamente en la calle, da bendiciones, comparte su comida y rechaza ser un héroe. “Dios me puso aquí por algo y aquí me quedaré para ayudar en lo que pueda”.
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