Eran las 6 de la tarde del 12 noviembre, Diana Paulina, de 13 años, estaba con su mamá y su hermana viendo un partido de baloncesto, su deporte favorito, en la cancha de La Villa, uno de los barrios tradicionales.
Diana Paulina dijo que quería ir al baño, se paró y se fue a la casa de su tío, a unos 400 metros de distancia. Media hora después, sus primos llegaron a la cancha preguntando por ella, su mamá les dijo que había ido al baño precisamente a su casa. Los chicos negaron haberla visto y optaron por ir a buscarla.
La niña no llegó a la casa de su tío. La familia comenzó a buscarla, pero no hubo respuesta. Nadie supo de Diana hasta el martes 21 de noviembre, cuando apareció muerta, tirada en un camino rural que conduce a la comunidad de Acazacatla.
Eran las 7:30 horas cuando uno de sus tíos recibió una llamada telefónica. Le dijeron que rumbo a Acazacatla habían encontrado el cuerpo de una niña. La familia se imaginó lo peor. Cuarenta minutos después confirmaron lo que temían: el cuerpo de Diana Paulina estaba tirado en una cuneta.
“Cuando llegué, la vi y luego la reconocí, no le vi ningún indicio de tortura, de un impacto de bala o de tortura, nada. Todavía la toqué y estaba tibiecita”, contó el tío.
Durante los nueve días, la familia recibió mensajes intimidatorios, pero ninguno de ellos con información real sobre el paradero de la menor.
La Fiscalía General del Estado (FGE) activó la alerta Amber, pero no dio resultados.
Este miércoles, en el templo del barrio de La Villa, cientos de personas llegaron a la misa de cuerpo presente a despedir a Diana Paulina. La mayoría de los asistentes eran niños: sus compañeros de la secundaria Benito Juárez y del equipo de baloncesto Club La Villa.
Como una forma de homenaje, sus compañeras de equipo no se retiraron de la cancha hasta que encestaron. Cuando lo logró una de ellas, todos aplaudieron y lanzaron porras, mientras que muchos más lloraron.
En la calle donde vivía Diana Paulia, la 13 Norte, la muerte en los últimos años ha sido recurrente. El vocero del colectivo Siempre Vivos, José Díaz Navarro, tiene un recuento. Dice que desde 2014 a la fecha han matado a 15 vecinos. Según el recuento de dicha organización, en Chilapa en este 2017 han asesinado a 243 personas, en el contexto de la disputa entre Los Rojos y Los Ardillos.
La familia no pide nada. Dicen que ya perdonaron a los responsables. “Nosotros vivimos con amor, no con rencor. Nada que le pidamos nos va regresar a mi sobrina”.