Tlahuitoltepec.— Los cuerpos de los cuatro migrantes de Oaxaca que murieron en la caja de un tráiler abandonado en San Antonio, Texas, en Estados Unidos, ya están de vuelta en sus hogares.

Josué, uno de los fallecidos, fue velado ayer en su natal Santa María Tlahuitoltepec.

El cuerpo de Josué, de 34 años, llegó alrededor de la medianoche del miércoles a la ciudad de Oaxaca, y fue entregado a sus familiares por funcionarios del gobierno federal, que se hizo cargo de todo el traslado.

Luego de días de dolor y espera, alrededor de las 3:00 horas de la madrugada de este jueves, y escoltado por una caravana de amigos y familiares, su cuerpo por fin llegó a su tierra.

“Han sido muchos días de dolor, lo único en lo que hemos pensado es en que llegue mi hermano a nuestro pueblo. Sólo venimos a acompañarlo, a manera de homenaje”, dijo Francisco, su hermano.

Cuna de músicos y desaparecidos

Poco a poco la gente de la comunidad, algunos con flores, otros con mezcal, asistieron al sepelio en el que un mariachi entonaba canciones como Caminos de Michoacán, Dios nunca muere, Cielo rojo y No volveré.

Minutos después, una banda sustituyó al mariachi e interpretó marchas fúnebres de este municipio, habitado por el pueblo ayuujk y conocido por ser cuna de músicos.

En el tercer piso de la vivienda, ubicada a unos pasos del Palacio Municipal y la iglesia de la comunidad, la familia ofrecía un desayuno a quienes acudían al funeral. Mientras un grupo de cuatro mujeres preparaba los alimentos, cuatro más deshojaban miltomates, otras lavaban platos y vasos, y algunas más partían melones.

Ya en la vivienda, Francisco Díaz, hermano de Josué, solicitó a la prensa respetar el momento y a la familia, y no se permitió tomar imágenes ni video.


Familias de migrantes

“No hay una sola familia en Tlahuitoltepec que no tenga un familiar que no haya emigrado. En cada casa hay una persona que decidió salir en busca de trabajo”, afirmó José Guadalupe, familiar de Josué.

Don José Guadalupe explicó que el campo, la principal actividad económica en este municipio, es una fuente de vida para los habitantes de esta población, pero que, paradójicamente, no se puede vivir de ella.

Es por eso que buscan más ingresos con otras actividades: algunos salen a comunidades cercanas a trabajar como albañiles y una gran mayoría emigra para trabajar como jornaleros en los campos agrícolas de Querétaro, Nuevo León, Jalisco, Guanajuato y Sinaloa. Otros deciden irse a Estados Unidos.

La migración a EU, aseguró, se intensificó desde los años 90, pero se acentuó en los últimos 15 años con las crisis económicas.

“[La migración] es frecuente, es continua, y siempre empieza a temprana edad”, indicó don José Guadalupe.

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